Según la Armada, una niña miembro de la comunidad Embera murió al patear un balón dejado allí expresamente por el Eln para matar niños, en el decir de los militares.

Rápidamente el Eln negó ser responsable de tamaña barbaridad, aduciendo que nunca utilizan ese tipo de elementos destructivos y que desde marzo no se encuentran en la zona debido a operativos militares. Los elenos aseguran que la muerte de la niña se produjo por la explosión de una granada que usan los militares. Hasta ahí, de lado y lado, lo poco que se sabe.

Pero detrás del crimen mismo, insoportablemente doloroso, lo que adquiere unas proporciones dantescas y de refinada maldad, es la manipulación y utilización del hecho como material de propaganda y de desinformación que los grandes medios, por acción u omisión, se tragan enterito.

Veamos. Si en efecto el Eln instaló el balón bomba, pues es un crimen de guerra de un tamaño mayor. Que el Eln mintiera al acomodarle sus propios crímenes a su enemigo, haría parte de la inmoralidad de la guerra, por quienes están en la ilegalidad alzados en armas. Pero esto parece poco probable, según lo que reportan las propias comunidades. ¿Qué sentido estratégico, político o táctico puede tener para el Eln dejar balones bomba para eliminar niños?

Del otro lado, una de las repetidas matrices informativas para demonizar a las guerrillas es y ha sido el hacer ver estas fuerzas como ocupadas tan solo en supuestamente atacar a la poblacion civil. Matriz que le ha dado grandes ganancias sicológicas, politicas y de opinion a la extrema derecha, a la prensa hegemónica y al Estado.

Entonces, surgen las dudas por los antecedentes entre los cuales están de bulto los llamados falsos positivos. Probabilidades que deben ser tenidas en cuenta en una investigación de la cual no se sabe nada… La Armada en efecto abandonó la granada y la niña la activó muriendo ella y resultando herida su madre. La Armada aprovechó la circunstancia para inventar el asunto del balón bomba para  salvar así su responsabilidad y achacarle la elaborada atrocidad a la guerrilla. O bien todo el asunto fue un montaje desde un principio.

De ser así, pero todo está aun en el terreno de las suposiciones, resulta que la Armada Nacional no es una banda delincuencial, sino una institución del Estado. Nada raro que por ejemplo los hoy muy activos paramilitares hicieran este tipo de bellaquerías, y más ahora que recrudecen sus acciones justamente contra la población civil. Pero la Armada no puede permitirse dejar dudas. Si todo esto fuera un montaje contra el Eln, estaríamos frente a algo tan grave o peor que los propios falsos positivos del Ejército.  Ya hemos tenido noticia de falsos collares bomba, de falsos burros bomba.

En todo caso, arroje lo que arroje la investigación que, repito, no se conoce, estamos frente a un caso tremendo y en el cual se ven claramente la manipulación y la perversidad. El asunto ha sido presentado como un tejido de filigrana de mentiras. Las organizaciones de derechos humanos deben meterle el diente a este crimen. Y si es el Eln quien miente, sumándole a ello otras acciones violentas recientes, quedarían muy mal parados en los diálogos de paz que se abren en Quito en enero.

Insisto. Este caso criminal contra otra niña indígena es tan grave o más, por ejemplo, en materia de manipulación de la escena, que el asesinato de Yuliana en Bogotá. La niña embera de cinco años asesinada cerca al río Evarí, en el corregimiento de Virudó, en el Chocó, es tan poco importante en las estadísticas, que ni siquiera la prensa se preocupa por conocer su nombre.

¿Cuántas décadas de educación para la paz van a ser necesarias para destorcer esta constante histórica de las violencias ?

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