Por democracia, Gran Bretaña decidió salir de la Unión Europea. Como si fuera poco, contra todo pronóstico de las encuestas, Donald Trump ha sido elegido como nuevo presidente de Estados Unidos.

A nivel criollo, Colombia votó No en el plebiscito del 2 de octubre rechazando así los acuerdos entre el gobierno de Juan Manuel y las Farc.

Lo llamativo es que ahora está de moda protestar contra los resultados democráticos, dándole magnitud mediática. En Gran Bretaña están haciendo maromas para ver opciones que evadan el resultado del referendo.

Por un lado, quieren salir de la Unión Europea, pero manteniendo los beneficios que hasta ahora tienen; a lo cual claramente el Parlamento Europeo se ha negado.

Por otro, el parlamento inglés está tratando de evitar que Theresa May pueda emprender la salida de la Unión, sin antes contar con él, todo con tal de demorar el proceso y ver opciones para trancarlo, si es posible. Pero el pueblo votó y así debe ser: Gran Bretaña debe salir de la Unión Europea.

Estados Unidos eligió a Donald Trump de forma apabullante en número de electores (279 contra 228 de Clinton), muy lejos de las encuestas. Antes de las elecciones, Clinton “aparecía” con una ventaja sobre Trump pero, en las urnas, el pueblo decidió que el presidente a posesionarse en 2017, es Donald Trump.

Ahora, cuando ya no hay nada que hacer democráticamente, los medios de comunicación presentan protestas de ciudadanos americanos en contra de Donald Trump, como si de esta manera se pudiera cambiar la decisión democrática.

Finalmente, en nuestra Colombia, no escapamos a esta realidad. Luego del resultado del plebiscito del 2 de octubre, los medios de comunicación buscaron menospreciar el resultado democrático, dándole énfasis a las protestas y marchas de quienes no estaban contentos con el resultado.

En lugar de estar protestando, más les habría valido ir a votar cuando tuvieron la oportunidad.

El mensaje es que la democracia conlleva una responsabilidad importante. La democracia exige del ciudadano un juicio informado, con criterio y disciplina que le permita ignorar la propaganda, la demagogia, y medir las consecuencias de su voto; o en su defecto, de su abstinencia.

La protesta contra un resultado democrático es válida cuando hay comprobación de fraude y maquinaciones para impedir la celebración de la votación libre. En una democracia libre, ésta no puede ignorarse, y su desconocimiento tampoco puede convertirse en un capricho y comidilla de los medios de comunicación y de quienes no quedaron “satisfechos” porque el resultado que no les convino.

Así como la democracia exige alto nivel de responsabilidad, también exige respetarla, aun en la justa derrota.

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