Cartas escritas a mano, esas cartas que transmiten todo el sentimiento en la tinta y en la cadencia; vestidos femeninos largos, cerrados hasta el cuello con múltiples botones pequeños con colores pastel y encajes lila; fotos impresas y además en blanco y negro, en ese papel rugoso y difuso que le llena de carácter, en contraste con las de ahora que están arregladas y filtradas; trenzas en largas cabelleras, silencios, esa mirada de enamorados que se da a la luz de una vela en una isla solitaria; siempre el amor, un amor que se celebra y comparte hacia los demás en la boda, con bailes hermosos de música Folk.

Hay por ahí un piano, el protagonista luce chaquetas elegantes de color beige, hay muebles de madera fina, camisones blancos y sombreros, unos grandes ladeados en las mujeres y otros firmes y marrones en los hombres. Además, nada más hermoso en una mujer que esas medias veladas blancas debajo de una falda larga, combinadas estas con botines. Nada más bello que eso.

Todo esto lo vi en “La luz entre los océanos”, mi recomendación de este mes. Ocurre en Partageuse, Australia. Me sitúo en 1923, la Primera Guerra Mundial ha terminado, dejando varios traumas y heridas, todas estas visibles e invisibles.

Tom Sherbourne es enviado a una isla a cuidar un faro, para que así esté tranquilo luego de haber combatido y de haber visto tanta muerte. Llega el amor cuando conoce a Isabel Graysmark. Ella es interpretada por Alicia Vikander, él es interpretado por Michael Fassbender.

La luz entre los océanos

La historia la pueden ver en el tráiler y es muy buena. Sin embargo, de lo que quiero escribirles es de las sensaciones al verla. Los cuellos, la sensualidad, las muñecas antiguas, las hermosas vajillas de porcelana pintadas a mano, el té, la nostalgia. Siempre el amor.

Hay algo clave en la película: un sonajero en forma de búho, de esos que se usan para distraer y calmar a los bebés. Cuando la vean recuerden la mirada de Alicia Vikander: esa mezcla de picardía, ternura y recuerdos de épocas antiguas. Una mujer de verdad, que se deja llevar por el amor hacia su esposo y que, en medio de todo esto, recibe fuertes golpes de la vida al ver morir en su vientre el tan anhelado retoño, ese hijo que con tanto amor esperaban.

La banda sonora es compuesta por un reconocido músico francés llamado Alexandre Desplat. La canción del final es una hermosura. Salgo de verla y queda siempre algo de nostalgia en el corazón, un suspiro se activa automáticamente y me recuerda que durante algo menos de dos horas he sido víctima, o más bien beneficiario, de esto que se llama la magia del cine. Invítoles a que la vean y compartan estas letras conmigo.

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