Aunque muchos de sus detractores aún sostengan que él solamente recopiló lo que ya se estaba haciendo en Seattle y lo adornó con un toque ‘pop’ que le significó la consecución de la fama y admiración mundial.

Es muy poco común que un artista logre los pergaminos que Cobain consiguió en una carrera musical tan fugaz como la de Nirvana; sin duda alguna existió un toque mágico que convocó a los adolescentes de la “generación X” alrededor de este sombrío personaje de pocas palabras y letras inentendibles.

Según periodistas especializados en el tema, Kurt llegó en el momento justo de la historia, cuando los jóvenes salían de la avasallante década de los ochentas en los Estados Unidos; y el rock alternativo era un privilegio disfrutado por un puñado de personas en un corto circuito musical que no salía de pequeños bares.

Nirvana justamente fue la banda que hizo llegar el este tipo de rock estadounidense a un público masivo, y por eso también fue un referente para otras agrupaciones que siguieron esa estela. En Kurt Cobain, Nirvana tenía un artista de fuerza poco común que se convirtió en la voz de una generación.

Cobain venía de una familia poco convencional y había dejado la secundaria, en 1985 inició una sucesión de trabajos sin porvenir hasta que terminó trabajando en el colegio donde justamente había adelantado sus estudios hasta no hacía mucho tiempo; él era el encargado de las labores de limpieza en el centro educativo, y no resulta nada extraño pensar en la terrible vergüenza que debió sentir cuando sus excompañeros de colegio partían a la universidad mientras él limpiaba los pasillos.

La fama era aún muy lejana para Cobain, pero en 1988 tenía los ingredientes para formar una banda con Kurt en guitarra y voz, Krist Novoselic en el bajo y Chad Channing en la batería. En el diario de Kurt Cobain se habla sobre algunos posibles nombres para la banda, “Pooh Box”, “Spinabifida” y “Whisker Biscuit” entre otros se resaltaban como posibles insignias de este grupo. Después de saber eso es inevitable pensar si con esos nombres habrían logrado conquistar el mundo como lo hicieron con el contundente: Nirvana.

Aunque la expansión del sonido de Seattle o “grunge”, se debió al vertiginoso ascenso de Nirvana, no fue esta la “inventora” de ese particular sonido, ya antes la agrupación Mudhoney le había presentado al mundo este estilo donde predominaba la marginación y el odio a sí mismo, con la canción pionera, “Touch me I´m Sick”.

Nirvana le dio una voz al sonido grunge con su álbum debut “Bleach”, grabado por 600 dólares en la disquera independiente Sub Pop. En ese disco había una canción que hacía sospechar que el éxito era inminente a pesar de las reservas de Kurt: el tema era “About a Girl”, canción de sonido ‘pop’ con la que la banda salió de lo independiente a lo comercial.

La preocupación de Kurt era la esencia del dilema del rock alternativo: cuando más popular era, más riesgo corría de perder su independencia e integridad.

En marzo de 1991 Nirvana tenía un nuevo baterista, Dave Ghohl, y logró una dinámica prometedora mezclando en sus sonidos la lentitud versus la estridencia; ese sonido siempre había sido soñado por Kurt, ruido y melodía, guitarras fuertes y armonías, como mezclar a Black Sabbath y los Beatles; Cobain había hallado ese sonido justamente en una banda olvidada del rock alternativo: The Pixies, quienes le brindaron el ingrediente final que Kurt Cobain había estado buscando.

Nirvana logró un sonido que combinaba la furia del Grunge con una nueva clase de melodía y el atractivo comercial masivo. En abril de 1991 ellos tocaron una primera versión de una canción nueva que uniría todos esos elementos y se convertiría en el himno del rock alternativo: “Smells Like Teen spirit”.

En enero de 1992, Nevermid, segundo álbum de Nirvana finalmente estuvo entre los discos más vendidos en los Estados Unidos y se llegó a la conclusión definitiva que los marginados habían triunfado; desde ese momento la fiebre del Grunge se impuso y muchas otras agrupaciones del circuito alternativo como Smashing Pumpkins y Pearl Jam se unieron al éxito de este movimiento impulsado por Cobain y compañía.

Luego de eso, Kurt Cobain sintió la pérdida de inocencia que el sonido de Seattle estaba atravesando al convertirse repentinamente en el centro de atención; la fama y la fortuna no le sirvieron de consuelo. Él sentía que todo a lo que había pertenecido era ahora una pieza más de esa máquina musical que detestaba y no podía evitarlo al ser ya proclamado como el ícono de esa generación.

Aunque Cobain se veía ruidoso y agresivo en el escenario, en la cotidianidad, su honestidad emocional y su sensibilidad lo hacían vulnerable; él era muy sincero y demostraba su emoción en sus canciones, muchas de esas emociones se simplificaban con una furia e ira increíbles.

Esa furia lo desbordó en marzo de 1993, Kurt Cobain lidiaba con las responsabilidades de ser padre y famoso y sucumbió a los demonios de la depresión y la adicción.

Con lo que le quedaba de su macabra ironía, Cobain bromeaba con que el siguiente álbum de Nirvana se llamaría “Me odio y quiero morir”.

En el momento en que alcanzó la cima del estrellato se encandiló y comenzó a escapar desde ese mismo instante, se alejó de la fama y de lo que había buscado; cada vez más se sumía en su adicción a las drogas.

Su siguiente álbum fue “In Utero”, en él había dulces canciones de amor y ataques levemente encubiertos a la industria musical; un coro de la canción “Servet he Servants” dice: “La furia adolecente rindió sus frutos, ahora estoy aburrido y viejo…”.

Kurt seguía con su lucha interna entre lo alternativo y lo comercial, el rock y el pop, la furia y la melodía, “In Utero” quizá alejó a alguno de los admiradores que sin querer había conseguido con Nevermind pero el cantante no podía renunciar a su don único de crear música eterna con atractivo universal.

Pero su vida privada comenzaba a desmoronarse; atormentado por la depresión y la adicción a la heroína intentó suicidarse en Roma, Italia, en marzo de 1994; aunque muchos trataban de ayudarlo, surgía una pregunta espiritual al respecto:

¿Qué se puede hacer por alguien, decidido a destruir su vida?

A pesar de las intervenciones repetidas de los miembros de la comunidad musical y amigos personales del cantante, Kurt Cobain apareció muerto en su casa de Seattle el 8 de abril de 1994.  Se había suicidado de un disparo tres días antes. Cuando la policía llegó, encontró una nota de suicidio con la letra del cantante Neil Young que decía, “…es mejor explotar que ir desvaneciéndose”.

Tan solo tres años después de que el rock alternativo alcanzara su mayor triunfo, había perdido a su figura más icónica y enigmática.

Kurt Cobain, a pesar de su caótica vida, le inyectó al rock un puñado de sensaciones, cambios y emociones que le dieron un nuevo aire a las generaciones venideras, esas que aún hoy, 23 años después de su violenta muerte, le siguen recordando con fervor, admiración, respeto y cariño.

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