Son contados con los dedos de la mano los partidos de este camino rumbo a Rusia 2018 en que los aficionados se han hecho sentir y dado fuerzas a los jugadores.

Soy consciente de que el público que va a ver a Colombia es distinto al que asiste al fútbol local: en su mayoría se trata de familias o grupos de amigos que generalmente van poco al estadio, que incluso no necesariamente son aficionados al fútbol, pero que se ven atraídos por estos encuentros que congregan a todo un país.  

No se trata de que se conviertan en unos barras brava y que confundan el apoyar o alentar con actos de violencia; no, eso no es apoyar. No obstante, hay ciertos comportamientos no agresivos que deberían hacer estos hinchas en el estadio para que engranden a nuestros jugadores y hagan sentir pequeños a los rivales.

Alentar o apoyar es aplaudir a cada jugador de la Selección desde el mismo momento en que salen a la cancha o cuando los nombran en el parlante. Y se trata de hacerlo con todos, sin discriminación. Sí, hay que aplaudir hasta al incomprendido Stefan Medina, de tal forma que el grupo completo se sienta respaldado por la afición.

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Aunque parezca obvio, no sobra decirlo: el himno nacional lo deben cantar con pasión desbordada, tal como se hizo en el primer partido del reciente Mundial Brasil 2014 contra Grecia. Todos deberían ver esos actos protocolarios antes de ir al estadio e imitarlos: más de 40.000 colombianos en Belo Horizonte cantando al unísono y dando su mejor energía a James, Yepes, Ospina y los demás.   

Apoyar también es entonar cánticos a favor de Colombia –el popular “ole olé, ole olá, que mi Colombia va a ganar” o el que sea–, pero hacerlo durante todo el encuentro, de tal forma que no haya momentos para el silencio. No puede pasar que transcurren 20 minutos y si no hay gol la hinchada ya se canse y se calle.

También aquellos privilegiados que estarán en el estadio Metropolitano de Barranquilla deberían en la medida de lo posible mantenerse de pie y si se puede mejor saltando. Si van a ir a estar sentados, mejor que se queden en la casa viendo el partido cómodamente. Deben hacer temblar, literalmente, el estadio. Todo eso sirve.

Alentar también es hacer sentir al equipo rival en territorio ajeno. No es necesario llegar al punto de insultarlos, pero silbarlos cada vez que toman el balón no es algo que sobre y que sí puede hacer mella en el rival.

Para este partido definitivo contra Paraguay no puede suceder lo mismo que pasó contra Brasil: los hinchas, motivados por ver al jugador más caro del mundo, un tal Neymar, fueron a recibirlo al aeropuerto, luego lo esperaron en el hotel y en el estadio lo aplaudieron. Es entendible que suceda eso con megaestrellas, pero con los paraguayos ni de fundas.

En suma, así no se juegue a las 3:30 p.m., el Metropolitano debe parecer una caldera y no por la temperatura, sino por la efervescencia de los hinchas. Solo así, haciendo esa buena labor de aficionados, podemos exigirles a nuestros jugadores. Pero seguro sí hay esa buena energía, las críticas sobrarán y al final del partido, habrá un buen resultado, que combinado con otros, ojalá para la noche de este jueves 5 de octubre ya tengamos pase directo a Rusia 2018.

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