El cultivo de la hoja de coca, que ha arrasado con los bosques nativos, ocupa buena parte de las montañas de nuestro país. Además, por la dificultad de acceder a estos lugares, las autoridades colombianas, en asocio con las norteamericanas, han llevado a esparcir de manera aérea, un químico especialmente tóxico: el glifosato.

Y por esta razón, las voces de los ambientalistas, no solo colombianas, sino prácticamente del mundo entero, han mostrado su rechazo a este procedimiento que, como dice la canción: “la cura resulta más mala que la enfermedad”.

De manera contradictoria, mientras nuestra nación busca estrategias para superar el conflicto, entre las que está la eliminación de los cultivos de coca, a través de la recolección manual; el glifosato sigue siendo la principal estrategia para los norteamericanos.

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Pero una voz enérgica surge del gobierno colombiano. Nada menos que el ministro del Medio Ambiente, Luis Gilberto Murillo, criticó, en un foro organizado por la revista Semana Sostenible, la posición del presidente Donald Trump, quien no ha entendido el inmenso valor que tiene la protección del medio ambiente, para un planeta y una humanidad que están en constante riesgo de auto exterminarse.

Existen múltiples pruebas de lo dañino que resulta el glifosato para la naturaleza y aún para el ser humano. Este químico que destruye tanto las hojas de coca, como la vegetación aledaña a las plantaciones ilegales, donde están los alimentos de los raspachines como la yuca y el plátano, lo que se conoce como el pan coger. Así las avionetas esparcen una sustancia que no  reconoce entre las buenas y las malas plantas.

Ahora que Colombia comienza su etapa de posconflicto, vale la pena resaltar actitudes firmes y claras como la que mostró el ministro Murillo frente a la posición de los Estados Unidos, que quiere continuar con las medidas de fumigación indiscriminada. Mientras que, como parte de las negociaciones con las Farc, el gobierno colombiano ha propuesta la erradicación manual y la sustitución de cultivos.

Trump en contra del tratado de Paris

La actitud negativa del gobierno de Trump no sólo se centra en lo que ocurre con este pequeño país ubicado al norte del continente suramericano. El discutido presidente norteamericano va en contravía de las políticas mundiales sobre el medio ambiente. El liderazgo esperado para sacar adelante el tratado de París, no se dió; al contrario, su Nación se alejó de este importante convenio.

Mientras tanto la temperatura del globo terráqueo sigue en aumento y la principal potencia económica del mundo no entiende su importante papel. Además muestra un pésimo ejemplo para el resto de la humanidad.

Los problemas climáticos no cesan. Las lluvias exageradas y las sequías extensas, hacen que los ríos se desborden y que buena parte de las cosechas no puedan llegar a buen término. Situaciones que ponen en peligro, nada más ni nada menos, que la sobrevivencia de la humanidad.

Trump es un gobernante con una mente obtusa, que no escucha consejos, piensa que la fuerza es la mejor forma de gobierno. Afortunadamente existe cada día una mayor población consciente de la importancia de proteger la naturaleza. Ojalá que la suma de las fuerzas logre que la conciencia ambiental supere las mentes cerradas de gobernantes como el presidente Trump.

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