Para que se hagan una idea de lo exquisito que es, su chef es ganador de una estrella Michelín. El paladar queda fascinado, mientras  la vista se alimenta observando la arquitectura del lugar.

Comer en la barra es igual de agradable a comer en el comedor principal. Cada detalle está calculado para impresionar al comensal. El servicio es impecable, las sonrisas de los meseros conquistan los pasillos y la atención de ellos es 1A.

Los platos están a la altura del ambiente. Un menú corto, pero sustancioso, lo hará estar indeciso entre las opciones. El ceviche  con salmón, pescado blanco y pulpo con leche de tigre de uchuva es una entrega exquisita. La combinación de sabores, colores y texturas es ideal. La porción es perfecta para compartir y para empezar la noche de una manera muy agradable.

El lomo sellado a la parrilla demuestra porqué este restaurante es uno de  los cinco mejores de Bogotá según los Premios la Barra. Viene con dashi de res y vegetales, siendo este plato ligero y muy rico. La delicadeza y elegancia en la presentación van acorde al concepto y lo dejarán muy contento. Sin embargo, no viene con algún acompañamiento y hace falta para quedar completamente satisfecho.

Por último, la milhoja es única. No es la tradicional (nada en este Gamberro es común), pero sabe muy bien. No es la mejor que he probado, pero sin duda la pediría nuevamente.

Pdta.: Estaba de aniversario con mi novio y nos dieron de cortesía un soperchocolate en texturas (una especie de volcán de chocolate). ¿En dónde más lo atienden así?

Dirección: Calle 90 No. 11-13

Presupuesto: 75.000 pesos

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