El sesgado manejo de buena parte de los medios y redes sociales, manipularon una opinión pública pusilánime y proclive al facilismo como defensores cómodos de ‘los más pobres’.

Es una corriente casi estándar o lugar común, donde independientemente a la verdad hay que tomar partido, por el supuesto en desventaja. Sin duda que este tipo de manifestaciones simplistas tienen un alto riesgo de ir en contra de la justicia y la verdad.

Por opinión pública, el lado del fallecido con su entorno ya ganaron por goleada. Y aún a pesar de todos los traspiés y hechos polémicos que ha tenido la acusación a través de la Fiscalía, como la participación del controvertido Dr Máximo Duque, los probados falsos testigos (incluso pagados) hoy condenados a penas entre seis y ocho años. Igualmente la errática actuación del fiscal Antonio Luis González (retirado necesariamente del caso), posteriormente acusado y señalado.

Pero lo más sorprendente es que la Fiscalía al sostenerse en la versión de homicidio y luego de un ejercicio de investigación exhaustiva, no muestre ni el más mínimo indicio del supuesto o supuestos victimarios en concreto.

Es decir los agresores de Luis Andrés Colmenares hoy son fantasmales y la acusación no ha podido configurar siquiera un modelo o prototipo de ‘asesino’, menos identificar o señalar a un preciso sospechoso. Lo único concreto es que se sostiene en la culpabilidad de Laura y Jessi, como facilitadoras o encubridoras del delito supuesto.

La Fiscalía construyó una mediática versión donde intentó hacer creer a la opinión y a las autoridades de justicia que se llevaron a Luis Andrés en un carro, lo mataron en otro lugar de la ciudad y lo metieron al túnel. Fue la versión, sostenida por la Fiscalía y la familia Colmenares durante tres años. Pero se cayó cuando quedó en evidencia la contradicción de los bomberos que hicieron la búsqueda inicial, en la madrugada del 31 de octubre de 2010.

Pero al llegar a los alegatos finales, después de un enorme desgaste de investigaciones de todo orden, ocurre algo insólito. Al parecer ante la dificultad de sostener que en pleno espacio público en indeterminado lugar Colmenares recibió una paliza, causándole multitud de heridas mortales, luego a plena luz del día su cuerpo fue puesto en el túnel del Virrey, a última hora se cambia la versión de la acusación.

Ahora la Fiscalía sostiene que el ‘asesinato’ ocurrió allí mismo en presencia de Laura y que luego metieron a Luis Andrés al túnel y que allí se ahogó esa madrugada. Un relato bastante forzado y difícil de entender, ya que la muerte se da ahora no precisamente por la contundencia de los golpes sino por ahogamiento por sumersión en un túnel que casi no tenía agua, según versión primaria de la misma Fiscalía.

Debemos creer entonces que el occiso debió aspirar con cierta fuerza para ingresar suficiente líquido (para ahogarse), del hilillo de agua que por allí correría. Y el cuerpo debió ubicarse con altísimo grado de precisión, para que este fenómeno ocurriera. (¿?).

Es evidente que al final (como para jugarse sus restos) la Fiscalía intenta construir otro modelo de acusación en la versión del homicidio. Es la técnica de escopeta de regadera y disparar en diversos sentidos. Algún blanco (no necesariamente certero) se alcanzaría. Pero obviamente ante el perfil del caso convertido en verdadera cátedra del derecho penal, no sería bien visto por todos los estamentos competentes, semejante patinada a última hora. No le queda nada bien debilitar una versión propia, cambiarla e intentar argumentar una nueva en pleno cierre del caso. Con razón la defensa, sorprendida, pidió un espacio para revisar la nueva hipótesis del caso en la imputación de delitos a las acusadas.  

Pero como alguna vez lo sentenció Arthur Conan Doyle: “Una vez descartado lo imposible lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”.

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