No es un secreto que la telenovela latinoamericana se halla en el borde del inminente declive tras una hegemonía de más de cincuenta años, periodo en el que fue posicionándose en los mercados del mundo, rompiendo oronda barreras idiomáticas y culturales para erigirse como un producto de exportación importante en países como México y Brasil.

Sin embargo la crisis creada por la fórmula facilista de engolosinarse a producir refritos de viejos éxitos de los años ochenta y noventa, ha estancado peligrosamente el género en Televisa, considerada la gran cuna del melodrama clásico mundial.

En Colombia y Brasil se ha desvanecido la esencia de su telenovela, diferenciada hace un par de décadas por sus temáticas arriesgadas y la construcción de personajes verosímiles y en estratégica empatía con los telespectadores, aunado a la cuidada estética, se rompieron ciertos esquemas narrativos. De cierta manera Colombia adoptó patrones del melodrama hecho en Brasil.

Hoy en día en Colombia lamentablemente se padecen las consecuencias de la influencia malsana de las coproducciones con televisoras latinas como Telemundo que buscaban supuestamente consolidar un producto homogéneo y universal, pero vacío y sin identidad, como única y tal vez errática salida se le apuesta pasmosamente a subgéneros como la llamada ‘narcoteleserie’ y la telenovela biográfica, olvidando por completo la fórmula que le dio identidad en el mundo.

Brasil sucumbió ante el culebrón clásico estilo Televisa, con sus personajes estereotipados e historias truculentas a veces traídas de los cabellos, una clara muestra lo representan producciones recientes como ‘Rastros de mentiras’ y ‘Boogie Oogie, el baile de la vida’, emitida actualmente en Colombia.

Sin embargo aún hay apuestas interesantes.

La crisis del melodrama latino ha servido para que las telenovelas producidas en Corea y Turquía conquisten a un público latino que extraña los patrones tradicionales de ese género que se resiste a desaparecer. Ahora la arremetida del melodrama clásico proveniente de Asia le corresponde a Filipinas con su producción ‘Puentes de amor’.

Perú hace poco le abrió por primera vez las puertas a una telenovela clásica contemporánea producida en Filipinas, un país consumidor de los culebrones de Televisa y desde donde nos demuestran ahora que aprendieron muy bien la tarea de producir una telenovela, pues sin lugar a dudas ‘Puentes de amor’ es una bonita historia de amor con todos los ingredientes del melodrama clásico, donde destaca igualmente su excelente factura.

En ‘Puentes de amor’ hay villanos en su justa medida, romance, intrigas, venganza, secretos y esa infaltable historia de amor imposible representada con bellos protagonistas, no hay escenas de sexo, la violencia no es desbordada y su éxito se centra en reverberar sentimientos encontrados.

‘Puentes de amor’ es producida por ABS-CBN y la estelarizan Maja Salvador una bella actriz, modelo y cantante, Jericho Rosales, actor, guitarrista y cantautor y Paulo Avelino, actor, cantante y modelo a quienes acompañan reconocidas figuras de ese país como Carmina Villaroel, Edu Manzano, William Lorenzo, Malou de Guzmán, Lorenzo Mara, Marilyn Villamayor entre otros.

Muy probablemente el éxito que ahora tiene ‘Puentes de amor’ en Perú se replique rápidamente en toda Latinoamérica, en Colombia sería el canal Caracol el encargado de emitirla este año.

Nota: Las opiniones expresadas solo comprometen a su autor y no pueden considerarse una posición oficial de Pulzo.com.

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