Y hay que decirlo: Fedeciclismo se fajó con la Colombia, Oro y Paz.

Una de las principales críticas a la Federación era que en los últimos siete años, desde que volvieron a brillar los escarabajos colombianos en Europa, el ente que rige el deporte de las bielas en el país no fuera capaz de organizar una carrera con todas las de la ley en Colombia; una de gran nivel, en donde los aficionados nacionales vieran a sus corredores.

Hace poco menos de un año, luego de que Jorge Ovidio González fuera elegido presidente de Fedeciclismo, al presidente se le vino el mundo encima cuando Nairo Quintana abiertamente criticó su gestión. El presidente astutamente desvió la atención al filtrar un audio en el que Mariana Pajón lo defendía, situación por la que el país se polarizó, como siempre sucede en política, solo que esta vez fue entre ‘Nairistas’ y ‘Marianistas’. Todo el mundo se centró en esta disputa y de la gestión poco se habló.

No obstante, para esa misma época, Jorge Ovidio González, en voz baja, avisó que el otro año, es decir en 2018, Fedeciclismo con apoyo del gobierno realizaría una carrera de categoría 2.1, la segunda en importancia de la UCI y en las cuales está garantizada la participación de algunos equipos del World Tour.

Extrañamente la promesa se cumplió (recuerden que estamos en el país donde incumplirlas es pan de cada día). La Colombia, Oro y Paz 2.1, fue un éxito gracias a que tuvo excelentes corredores, buena organización y el público se volcó a las calles, tal como lo hicieron entre la década del 50 y el 80, la época dorada de la Vuelta a Colombia.

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A nivel deportivo los resultados fueron buenísimos. Los colombianos que corren en Europa aunque están en pretemporada, se batieron como leones en las carreteras, con el fin de tener el privilegio de ser el primero en ganar la competencia: Fernando Gaviria venció en las primeras tres etapas y al final se llevó la camiseta por puntos; Rigoberto Urán triunfó en una etapa y quedó tercero en la general; Nairo vistió la camiseta de líder un día y fue subcampeón; y Egan Bernal se llevó todos los elogios al ser el campeón de los jóvenes, el líder de la montaña y el mejor de la general. La etapa final, la reina, la ganó Dáyer Quintana. La postal final no pudo ser mejor.

Es verdad, Fedeciclismo puede sacar pecho, pero desde ya tiene el reto de que la segunda versión de la Colombia, Oro y Paz supere a la primera. Debe lograr que sigan compitiendo los colombianos de élite, pero también corredores de los demás países que son potencia. En esta faltaron, pero con la buena imagen que dejó este debut y una gestión adecuada, no debe ser tan difícil que vengan los corredores extranjeros que están en lo más alto del escalafón.

Los patrocinios también son otro aspecto en el que pueden mejorar. Tuvieron buenos, pero pueden atraer más. En esta ocasión casi la mitad del apoyo económico vino de parte del gobierno nacional y no se pueden confiar de eso. Además, gracias a los buenos resultados vender la carrera a la empresa privada no parece tan difícil.

También hay detalles técnicos por mejorar que fueron lunares en esta primera versión. Los corredores se quejaron de que no les dieron los tiempos claros de las fugas y por eso su estrategia no fue la mejor.

Finalmente, la Colombia, Oro y Paz no debe sepultar las otras carreras que se realizan en el país, como la Vuelta a Colombia o el Clásico RCN, todo lo contrario, debe es fortalecerlas. Eso también hace parte de la gestión de Fedeciclismo.

En suma, trabajo es lo que tienen por delante. Hay que reconocerlo, les quedó todo muy bonito, pero no se pueden dormir en los laureles.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.