¡Güenas las tengan! En pocos días se llevará a cabo el plebiscito que definirá si el pueblo colombiano acepta o no el acuerdo al que llegaron el gobierno y las Farc (la far, como dice el exprocurador).

Decirle a toda la muchachada colombiana que exprese su voto de manera afirmativa o negativa pero ¡que diga algo de por dios santísimo! (sin ninguna alusión a la tal paz de Santos). A cada uno de nosotros le corresponde hacer el ejercicio y preguntarse qué opinión le genera este acuerdo. Como dijera Maquiavelo en El príncipe, Acá no hay cabida a la neutralidad o a la indiferencia.

En mi caso, he visto la guerra desde un palco. No me secuestraron ni me mataron un familiar cercano; no resultó herido un pariente en un atentado con cilindros de gas, collar bomba, burro bomba o cadáver bomba (Si, imagínese que estas bellezas rellenaron de explosivos el cadáver de un niño para atentar contra una brigada del ejército).

Sin embargo, yo no he podido perdonar a un amigo que me quedó mal por salir con una damisela que mantenía en secreto. He vuelto a ver a mi amigo pero no puedo perdonarlo, simplemente no puedo hacerlo, la herida que me infligió fue asaz grande. No le volví a hablar.

La pérdida de un amigo se ve minúscula al lado de la barbarie de las muertes que ha tenido este maldito pueblo (porque es como si tuviéramos una maldición encima). Si yo no puedo perdonar el desplante de un amigo ¿Cómo perdonar a alguien que mató a toda mi familia enfrente de mí? O ¿cómo perdonar a alguien que secuestró, torturó y asesinó a mi madre/padre/ tío(a)/ abuelo(a)?

A la larga, de eso se trata este plebiscito; de la capacidad de perdón que tenemos los colombianos. Nada más, nada menos. Más allá de las jugadas políticas de Uribe y del exprocurador con tintes homofóbicos por el NO y las jugadas partidistas pensando en las próximas elecciones presidenciales y el Nobel por el SI, a nosotros los colombianos de a pie, no nos debe quedar la  menor duda que la cita del dos de octubre se trata de empezar la marcha (porque esto es solo el inicio) hacia el perdón y la reconciliación o si preferimos continuar con otros cincuenta años de  guerra fratricida.

Acá yo no estoy para convencer a nadie, ni mucho menos. Solo intento señalar lo que ninguno de mis profesores fue capaz de decirme en algo más de 17 años de estudio: Tengamos una opinión con argumentos de la coyuntura actual.

Tratemos de analizar y filtrar la información que nos llega de los medios (¡de los chismes y los embustes de los medios líbrame señor!) y formemos, tan siquiera, una mínima opinión al respecto. ¿Qué opina? ¿Qué le parece? ¿Por qué?

Es verdaderamente una canallada el documento de 297 páginas que entregó el gobierno para entender los alcances del acuerdo. En Colombia donde los índices de lectura son tan misérrimos, nadie, ni Santos ni Timochenko pueden esperar que uno se lea semejante armatoste en un mes (se lo leerá su maaaaaagnánimo ser).

Como sea, querido lector(a), consulte los principales puntos de lo pactado, consulte con la almohada las ventajas y las desventajas del acuerdo, tome una decisión y este domingo haga sentir su opinión ya fuera por el SI ya porque por el NO. Esta es una decisión histórica para el país que no podemos permitir que la tomen los demás.

* Una pequeña mención especial para la discusión de la llamada ideología de género dentro del plebiscito. Primero, que tipo tan ¡cansón! el señor cristiano ese de los videos en Youtube; le respeto sus creencias religiosas pero por favor no las utilice  para conseguir puesto.

Segundo, el plebiscito se hace extensivo a todos los géneros: hombres, mujeres y comunidad LGBTI. Y tercero una sociedad es mucho más avanzada cuando acepta la diferencia y respeta a los individuos sin importar su raza, su religión o su sexo. Evolucionemos como los pokemones, dejen de jorobar y cojan oficio más bien.

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