Tener límites claros es el principio del autocuidado. No es evidente, especialmente para las mujeres. Pero no hay manera de atender nuestras necesidades adecuadamente sin respetar esas fronteras por las cuales no estamos dispuestas a cruzar.

Debemos tener claridad sobre lo que consideramos tolerable y lo que no. Establecer límites es un trabajo individual, al que debemos darle un espacio. Al parecer, las mujeres pensamos que habrá más tiempo, en un futuro, para tener ese tipo de lujos como velar por nuestros límites.

La noticia es: ese tiempo es ahora. Lo más probable es que más adelante sea más difícil hacerlo. Este tema de los límites se practica, por eso es mejor empezar lo antes posible. Debemos aprender a crear límites y aprender a hacerlos valer, y debemos aprender a comunicarlos a los demás de manera efectiva.

Esa parte es difícil; decirles no a tus hijos, a tus padres o a tus colegas de oficina no es nuestra tendencia natural. Es una habilidad que adquirimos y como verás, es un asunto de cierta complejidad que no pasará por generación espontánea.

En tu vida, tu eres responsable por tus límites, nadie más. La gente más cercana a ti no lo hará, no porque no te amen, sino porque todos tendemos a sentirnos bien cuando hay comodidad, y una mujer sin límites ofrece mucha comodidad.

Por cierto, esta comodidad que ofrecemos tampoco es benigna: priva a los demás de buscar recursos propios para resolver sus asuntos. Por otro lado, hay una relación directa entre la empatía y la compasión y nuestros límites. De ese tipo de ofrenda si queremos dar plenamente. Y una mujer que sabe cuidarse, esta lista para actos de profunda conexión con los demás porque sus tanques están llenos.

En mis sesiones de coaching de alimentación me doy cuenta que las mujeres no somos muy buenas estableciendo límites. Todo importa más que nosotras, que esperamos un turno que nunca llega. O podemos establecerlos, pero los transgredimos.

Hay consecuencias para esto: tus reservas se agotan. Eres vulnerable a la ansiedad y la depresión, dos aflicciones que afectan a las mujeres mucho más que a los hombres.

Las buenas noticias son que las mujeres estamos listas para mucho y rápidamente comprendemos lo que necesitamos para prosperar. Con el tiempo somos expertas y cuidamos con respeto y cariño esos límites que nos alimentan a todo nivel y nos permiten dar y recibir plenamente.

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