La comunicación no se interrumpe. Los mensajes desde cualquier lugar del mundo aparecen en los aparatos celulares. Como decía Mac Luhan vivimos en una aldea global.

Al aparecer el teléfono, el Marconi o telégrafo, luego el fax y los primeros computadores, la radio y la televisión, la manera de relacionarnos entre los seres humanos, cambió ostensiblemente. Claro está que con la llegada del teléfono móvil o celular, se dio una revolución apenas comparable con una de las grandes revoluciones de la humanidad.

Así, al sentarme en un hotel en Usaquén a ver la presentación del nuevo modelo de una marca celular, no fueron muchos los elementos nuevos que, de manera sobria y puntual, presentaron los representantes de la marca HTC.

Resistente al agua, con una grande y rápida recarga de energía, con una carcasa más delgada y pequeña, este aparato celular busca que los llamados “smart móvil” sigan ofreciendo sutiles ventajas a los cada vez más exigentes usuarios de teléfonos celulares.

Siguiendo con el lema de “una imagen vale más que mil palabras”, los representantes de la marca y de la empresa de telefonía celular Claro, destacaron las virtudes de un equipo con gran capacidad y con una original garantía que permite reponer el celular ya sea por rotura de la pantalla o por daño por agua.

Y cada día que pasa encuentro que el celular se convierte en un elemento imprescindible. Las pequeñas pantallas permiten servir para ver televisión, tomar fotografías, oír música, pedir domicilios, como linterna, como waze para encontrar el mejor camino para llegar a un destino.

Esta caja mágica, que comenzó como un simple teléfono móvil, ha llegado a servir para prácticamente todas las actividades humanas. Tal vez pocas actividades humanas no logran realizarse con estas pequeñas cajas, tal como prender una fogata.

Y las sorpresas de esta tecnología no dejan de sorprenderme. Es así como por mi trabajo tengo que relacionarme con los porteros de los edificios y los conductores de taxis. Tanto los primeros, que deben permanecer horas sentados en los accesos, como los segundos sentados tras un volante recorriendo la ciudad, se han convertido en los mayores conocedores de tecnología.

Es así como un portero me enseñó, hace unos días, como conectarme a un canal en HD, a través de mi celular. Mientras los taxistas llevan hasta cuatro equipos en la parte delantera de sus vehículos. Allí combinan un equipo de GPS y waze, con una tablet de música y videos y otra más con las aplicaciones de Tappsi y Easytaxi.

Y como una forma de democratizar este conocimiento del siglo XXI, se consiguen expertos en estas tecnologías donde menos se espera. Los jóvenes y hasta casi niños tienen un especial dominio sobre estas nuevas “culturas”.

Las marcas y en algunos casos lo que equipos “hechizos” permiten que se pueda acceder a equipos de menor costo, con una gran capacidad de memoria.

Liderados por Iphone, Samsung, Sony y últimamente Hawei, se consiguen equipos más baratos de marcas no tan reconocidas. Con unos sistemas de mercadeo que obligan a que los clientes o usuarios deban cambiar de equipos cada seis meses.

Por eso a la presentación a la que asistí, donde se hacía el lanzamiento del HTC 10, se buscaron mostrar sutiles ventajas, que cautivan el interés de los gomosos de estas tecnologías.

Por eso, al finalizar la presentación de este equipo, se presentó una de esas mágicas experiencias. Unas gafas, más los audífonos y unos controles manuales sirvieron para ingresar a una mágica experiencia de virtualidad. La profundidad del mar y la relación con una ballena que parecía nadar sobre una realidad tan fuerte como la “real realidad”.

Nota: Las opiniones expresadas solo comprometen a su autor y no pueden considerarse una posición oficial de Pulzo.com.

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