Sacar la licencia de conducción, entrar a un bar. Ser una persona grande, un adulto, con derechos y obligaciones.

Y uno de los grandes logros de ese día, estaba relacionado con la el derecho al voto. El dedo manchado de tinta y, en esa época, la papeleta con la lista de candidatos. Era el año 1986, tiempo de ilusiones y tristezas, de desilusiones y alegrías.

Desde aquellos tiempos no he dejado de votar, pero lo que veo es que buena parte de mis contemporáneos y especialmente de los menores, que venían detrás de mí, no han valorado ese importante derecho que hace parte primordial de lo que llamamos democracia.

Por eso suena interesante la propuesta del representante Andrés Felipe Villamizar Ortiz, quien quiere que los jóvenes, entre los doce y los diecisiete años, vayan a las urnas, de manera simbólica, para participar en los próximos comicios.

Y, nada más ni nada menos, la idea se implementaría en las elecciones del “sí y del no”, del plebiscito por la paz, que refrendará las conversaciones de la Habana.

Aunque estos votos no contarán para el resultado de los comicios,  sí servirán para demostrar que los menores también tienen interés en el juego democrático, que la participación y la atención por los problemas de la nación no comienzan con la mayoría de edad, sino desde que se tiene conciencia o lo que se conoce como uso de razón.

Como hacen falta esas discusiones de sobremesa, que tuvimos cuando éramos chicos, algo que se debería rescatar, y que en la actual coyuntura resultaría justa y precisa. Eso que la tecnología de los llamados milenios, la conexión permanente a los celulares, a las redes sociales, lleva a que la reflexión sobre la política se vaya perdiendo.

Recuerdo a mi papá, escucho sus palabras, sus discursos, desde que yo era muy pequeño. Las abuelas, una católica y conservadora, la otra liberal y budista, las páginas editoriales de los periódicos, construyeron una mentalidad política, una participación que nos llevaba a reflexionar sobre nuestro mundo.

Por eso esa idea del voto simbólico para los menores de edad, que ya se ha explorado en países como Costa Rica, es una interesante manera de ampliar la participación en las elecciones que se adelantarán, al parecer antes de terminar este año 2016, y que buscarán, no solo un resultado electoral, sino la comprensión de que en las decisiones de nuestro país también caben los llamados adolescentes.

La propuesta del representante Villamizar, tendrá que ser avalada por el Presidente y las autoridades electorales (la Registraduría y el Consejo Electoral). Será tan solo un evento simbólico, tendrá que tener probablemente una urna aparte. La votación no se sumará a la oficial, pero tendrá un importante significado. Con este tipo de eventos, se busca que crezca la conciencia de la importancia de la participación electoral.

Así, la creciente abstención podrá disminuir hacia el futuro, de una manera amigable y pedagógica. Se podrá crear conciencia hacia los futuros electores; quienes al llegar a la mayoría de edad entenderán el inmenso valor de hacer parte de esta imperfecta democracia, que busca convertirse en un evento realmente participativo.

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