El pasado 9 de noviembre se cumplieron 27 años de la caída del muro de Berlín, constituyéndose ese acontecimiento en la debacle del comunismo totalitario en Europa, rompiéndose el mito de la invencibilidad e intocabilidad del marxismo leninismo, cuyo accionar criminal a través de 150 años lo catapultan como la organización mas torcida e infame que ha conocido la humanidad en su historia, pero que sus miembros guiados por el fetichismo, la superstición y la leyenda le dan a semejante doctrina abyecta el carácter de todopoderosa.

De ahí que Hugo Chávez inducido por el dictador Fidel Castro buscó reeditar al comunismo en Latinoamérica utilizando el remoquete de socialismo del siglo XXl, de cual dijo el sátrapa cubano el 14 de agosto de 2010 “El socialismo del siglo XXl es comunismo, el que el propio Marx definió como comunismo”.

Latinoamérica por su atraso conceptual e ideológico, no ha podido discernir y por ello ha sido víctima de las patrañas marxistas desde hace tiempo. Fidel Castro se declaró comunista cuando ya estaba en el poder en Cuba, porque antes tenía como coartada al Movimiento 26 de Julio cuya ideología supuestamente era nacionalista y democrática con el cual hizo la revolución en la isla, para posteriormente declarar como partido único al comunista en 1965, que según la constitución lo define como: “la vanguardia organizada de la nación cubana, fuerza dirigente superior de la sociedad y el estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.

Ese bodrio constitucional de la camarilla comunista cubana es en realidad un sustituto de la religión, en donde condena al pueblo por los siglos de los siglos a vivir bajo la férula de la desgracia marxista. Pero la cosa no se queda de ese tamaño, porque los países de la región según la orientación del comunismo totalitario, deben seguir ese camino usando diferentes atuendos, que ya los hemos denunciado en otras oportunidades, como son: el socialismo del siglo XXI, el indigenismo, el progresismo, el bolivarianismo, el foro de Sao Pablo y los gobiernos alternativos, para copiar al maniático de Chávez que de manera vulgar trajo los desechos del marxismo, repudiados en el viejo continente con la caída del muro de Berlín para implementarlos en Venezuela y en toda América Latina, convirtiendo a ese país hermano en un alcantarilla comunista.

Al carecer de la razón los seguidores del marxismo, van en contra de su conciencia y su actuación se circunscribe dentro de lo más primitivo de la política. Por ello tienen un comportamiento bestial que desecha la ideología, al querer convertir a las masas en un rebaño, lo cual demuestra que los miembros de esa caterva saben que están equivocados y en ocasiones son vergonzantes, porque muchos de ellos no permiten que los llamen comunistas, pues eso va en contraposición de sus intenciones rastreras; por lo cual se cambian de disfraz para engañar a los pueblos que de manera ingenua se dejan envolver de sus artificios.

Los marxistas también han utilizado máscaras embaucando a las naciones en Asia. El genocida de Kim Il Sung en Norcorea, para esconder su marxismo impulsó la idea Juche que significaba: “que propietarias únicas de la revolución y su posterior construcción son las masas”, entendiéndose eso como un revuelto entre el comunismo y la cultura tradicional coreana. De igual manera en Vietnam se ocultó el comunismo con la fundación del Partido de los Trabajadores de Vietnam en 1951, pero con la reunificación de ese país en 1976, después del triunfo del Vietcong tomó el nombre de partido comunista de Vietnam, siendo eso demostrativo de la impostura marxista que se acomoda para hacer caer a los pueblos incautos.

La falacia comunista con la cual han engañado naciones, demuestra que lo dicho por Lenin no es tan alejado de la realidad, cuando afirmaba: “nosotros somos una iglesia”. De ahí precisamente se desprende que la superstición y el mito son inherentes al marxismo y por ello aprovechando la religiosidad en Latinoamérica y su cultura, crearon la Teología de la Liberación impulsada en los años 60 del siglo pasado como un producto comunista traído a Latinoamérica por la KGB, agencia secreta de la URSS; evidenciándose que el marxismo se mimetiza hasta en la religión, para lograr satisfacer sus instintos insanos que buscan envilecer a los demás.

El marxismo-leninismo ante su orfandad filosófica e intelectual, ha tomando a grandes hombres de la historia latinoamericana para ultrajar su memoria, como es el caso de Cesar Augusto Sandino ( 1895-1934) en Nicaragua, conocido como el general de hombres libres, cuya ideología era la de un auténtico liberal clásico, pero lo utilizaron de icono para tomarse el poder en Nicaragua y perpetuar a un régimen corrupto en esa nación centroamericana, en donde la barbarie comunista con una cáfila impúdica pretende la perpetuidad en el poder con Daniel Ortega y su familia, convirtiéndose ese hecho en una monumental aberración de nepotismo.

No solo los comunistas han usado la memoria de Sandino. También el libertador Bolívar ha sido víctima de la trama; situación similar ocurre con José Martí, Tupac Amaru, Miguel Hidalgo, Emiliano Zapata, Gaitán en Colombia a quien los comunista trataron en su momento de fascista, y al general Gustavo Rojas Pinilla que junto a su colega Juan Domingo Perón de Argentina eran conocidos por su anticomunismo, se les utilizó por parte del M-19 y los Montoneros.

Así que el marxismo es un culto al engaño, que en América Latina especialmente se ha puesto varios disfraces, para esclavizar a nuestras naciones, y se le pueden colocar otros motes como el de castro-chavismo, pero el comunismo totalitario sigue siendo el mismo veneno que usa diferentes etiquetas. Por ello hay que reconocer con tristeza que después de 27 años de la caída del muro de Berlín nuestra región no ha podido dimensionar ese acontecimiento histórico, y por eso han surgido timadores como Hugo Chávez y engendros como el foro de Sao Pablo fundado en 1990 por Luis Ignacio Lula Da Silva y Fidel Castro o el socialismo del siglo XXl diseñado por el político de la antigua Alemania Oriental Heinz Dieterich en 1996, siendo este personaje oriundo del país en donde se cayó el muro de Berlín.

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