Esta expresión traduce animal político. Frente a todas las características del ser humano, tal vez ésta es la que nos diferencia especialmente de todos los demás seres de la naturaleza.

Sin embargo, la política es el rasgo que también nos genera mayor conflicto, que hace que los hombres se enfrenten por algo más que un trozo de comida. Así, detrás de las más crueles guerras o batallas está otro concepto que inflama de orgullo a las personas: las ideologías.

Bajo banderas de colores, con conceptos como izquierda o derecha, liberal o conservador, comunista o facho; la humanidad se ha enfrentado buscando imponer sus creencias. A sangre y fuego, sin piedad, sin misericordia, bajo el manto de la religión, de los fundamentalismos, se han dado enfrentamientos entre pueblos, entre etnias, entre hermanos.

Por eso, ahora que nuestro país comienza a acercarse a un proceso de paz, a un acercamiento entre los opositores, entre la guerrilla y el gobierno. Con ideas como la reconciliación, el perdón, la repartición de tierras, la justicia transicional, el país tendrá que pagar un alto costo, una enorme cuota de sacrificio para alcanzar eso que a veces parece tan vago: la paz.

Y ahí es donde esperamos que surja el verdadero zoon politikón, que los instintos primarios de la guerra, del odio, de la violencia, sean remplazados por la discusión civilizada, por eso que nos hace diferentes a las fieras, a los seres que luchan, que matan sin necesidad de sobrevivir.

Ahora se presenta una nueva oportunidad para que los seres de este país al borde norte de Suramérica, que tiene tres cordilleras, dos mares y una inmensa riqueza biodiversa; un país llamado Colombia, en honor precisamente a ese expedicionario italiano que se arriesgó a ir más allá de donde cualquier otro lo había hecho.

Guerrilla y gobierno, junto con el pueblo colombiano, tienen una oportunidad única. Mal que bien, debemos aprovechar eso que la Constitución llama democracia participativa. Votar por el Sí o el No, a conciencia y, duela al que duela, aceptar el resultado definitivo. Comportarnos como seres civilizados, como contradictores de ideas, con los brazos desarmados, con los espíritus en paz.

Yo lo reconozco y lo digo abiertamente: votaré por el Sí. Los puntos del acuerdo son imperfectos. Pero como hijos pródigos, los alzados en armas recibirán más beneficios, tal vez más de los merecidos; pero todo ello será un sacrificio más que necesario para alcanzar un nuevo nivel en nuestro país, una nueva relación entre los hombres y mujeres, una valoración del respeto a la vida.

Por eso, ojalá el próximo 2 de octubre se supere el umbral, que el resultado sea mayor a cualquier otra elección antes realizada en el país. No es fácil entender y votar un documento tan extenso, pero más allá lo que se está poniendo en discusión, está el espíritu que inspira votar por el Sí.

Zoon politikón es la razón de ser del ejercicio que se desarrolla en el país. Esperemos que los colombianos entendamos que la discusión sana y abierta, el respeto por las instituciones, por el otro, por el ambiente en que vivimos, permitirán que ese sueño, que esa valoración y sentido que los griegos le dieron al ser humano.

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