Es usual hoy en día que un hombre y una mujer se unan en matrimonio o establezcan simplemente una relación marital de hecho con el firme propósito de ocultar ante su familia y la sociedad su verdadera orientación sexual; suele haber un pacto en el que cada uno de los integrantes tiene carta blanca para vivir a plenitud su sexualidad, eso sí, asumiendo la firme responsabilidad de mantener incólume la fachada de la pareja perfecta y eternamente feliz.

Esos mismos pactos mancomunados  pueden incluir o excluir de tajo la procreación, pero  por lo general sobrevienen los hijos, necesarios para llenar completamente los requisitos que la familia y la  sociedad impone.

Los amantes de una pareja fachada deben resignarse, como lo hacen  los de una pareja heterosexual, a vivir subrepticiamente su amor, siempre a la sombra. Sin embargo hay quienes logran armar especiales compadrazgos, no hay celos, no hay reproches, no hay traumas,  solo se busca la felicidad de todos y hasta se convierten en padrinos de los hijos de sus parejas.

Libertinaje y perversión flagrante para algunos, pero estas situaciones en las que se recurre a un matrimonio fachada se presentan principalmente en las altas esferas sociales y entre los famosos, sean estos actores, cantantes, deportistas y hasta políticos. Se sabe quiénes lo estilan, son la comidilla en cocteles, discotecas y clubes, a la luz pública estas parejas posan como una de las más estables del medio, por lo que no escatiman recursos para que en redes sociales y cualquier medio publicitario los vean destilando ese amor de ficción.

Se ha dicho que muchos famosos contratan, bajo estrictas cláusulas y muy altos costos a una chica famosa, modelo o actriz preferencialmente,  para que funja como su novia  durante un determinado  tiempo, solo con el propósito de desvirtuar los rumores de su sospechada homosexualidad.

Internacionalmente  un reconocido príncipe  del que siempre se ha dicho que es  homosexual, aseguran  que para cumplir por fin  con sus deberes  como heredero del trono y no poner en peligro la dinastía real, contrató a la plebeya que hoy es su esposa y madre de sus hijos, asunto que sigue siendo una  osada especulación propiciada por los entrometidos  medios faranduleros, azorados por la rancia soltería de este play boy, que decidió casarse pasados los 50 años.

En Colombia hay varias uniones de famosos, de las que  se rumora, están dentro de ese peculiar lineamiento de la llamada pareja fachada. En el medio farandulero criollo  se maneja cierta confidencialidad y mesura al abordar estos temas, no se señala directamente a los implicados como lo hacen los medios extranjeros,  que sí se  aprovechan  de cualquier desliz o papayazo brindado por un famoso para meterse entre sus sábanas, develar sus preferencias sexuales, o cualquier otro aspecto  de su intimidad  que les permitan nutrir  con cierto morbo  los titulares de sus revistas, sin importar los irreparables daños colaterales.

El tan cacareado escándalo de la llamada “comunidad del anillo” fue un tema  bastante espinoso en Colombia, donde una pareja  afrontó el Tsunami armado tras la difusión de un video que comprometía la orientación sexual de un esposo, sin embargo su compañera, contrario a lo que se podría suponer,  defendió a capa y espada  a su marido, enfrentando estoica el escarnio público. Mil y una conjeturas se suscitaron tras ese episodio y una de esas es que aquel matrimonio era una unión fachada.

El que un hombre gay y una mujer lesbiana, famosos o no, decidan unirse en matrimonio y vivir de ahí en adelante una doble vida, es una determinación respetable como cualquier otra que no cause daño a terceros y se seguirá dando gracias a una sociedad inflexible, doblemoralista y homofóbica, que manipula la expresión de  las preferencias sexuales  y acorrala a los individuos a cumplir quieran o no, con la misión de casarse, tener hijos y formar una familia.

Todos  supuestamente están obligados a contribuir a la preservación de la especie humana y linearse bajo los mandatos naturales y religiosos, so pena de cargar el resto de sus días con la infame discriminación familiar y social y después de muertos,  con el anunciado y temido castigo divino.

Dicen por ahí que cada cual hace de su capa un sayo  y creo que las nuevas generaciones son más desaprensivas con el tema de la sexualidad y las determinaciones que toman están circunscritas en su filosofía de vivir a plenitud,  sin inmiscuir el tema religioso o sujetarse a las reglas sociales y muchos menos el tener que etiquetarse en una orientación sexual determinada.

 

 

 

LO ÚLTIMO