En una conferencia en México hace pocos días, el expresidente de Uruguay José Mujica dijo: “el proceso de paz en Colombia fue gerencial y con poca participación de los de abajo”, y agregó “el movimiento obrero apoya la paz pero no apoya el gobierno”.

A esto se adiciona que durante 4 años de negociaciones en La Habana el movimiento sindical no fue invitado, a pesar de que es un sector que ha sufrido miles de asesinatos, por el conflicto político militar de 52 años, comenzando por la guerrilla marxista leninista de las Farc, que ha sido uno de los principales predadores de las organizaciones de los trabajadores junto a los paramilitares.

Además hay que agregar como ya lo hemos dicho en otras ocasiones, que en el documento final firmado en Cartagena solo se hace una alusión al sindicalismo en la pagina 72 y lo considera como otra organización social más dentro de las miles que existen en el país.

En cambio se le dedica buen espacio a la Marcha Patriótica y al Congreso de los Pueblos, amén de otras tres organizaciones que se mencionan que no se caracterizan propiamente por su capacidad de convocatoria, pero sí son expertas en el manejo burocrático, sin tener ninguna representación popular.

Hay que decir que las organizaciones sindicales han tenido un comportamiento noble, por decirlo menos, frente al proceso de paz entre el Gobierno y las Farc, el cual ha frenado la lucha social contra las políticas hambreadoras del gobierno de Santos, pues la dirigencia mayoritaria del movimiento obrero ha apoyado el proceso y el SÍ en el  plebiscito, saliendo derrotada.

Sin embargo había una minoría de dirigentes sindicales que estaban con el NO, ya que tenían profundas discrepancias con los acuerdos, especialmente porque las Farc han sido en todas estas décadas de conflicto un verdugo de los trabajadores.

Las Farc no incluyeron en los acuerdos de La Habana al movimiento sindical  por trascordadas, sino porque la pérdida de influencia del partido comunista en esas organizaciones es notoria, resaltando que los comunistas además de crear a las Farc, llegaron a tener su propia central obrera que era la CSTC (confederación sindical de trabajadores de Colombia) fundada en 1964 y que participó activamente en el Paro Cívico Nacional de 1977 al lado de la UTC, CTC y CGT,  pero la CSTC se disolvió para crear la CUT (central unitaria de trabajadores) en 1986.

Advirtiendo que la CSTC seguía las líneas leninistas que mandan a que las masas sufran más de lo habitual para se produzca una situación revolucionaria. Por ello, bajo la dirección de esa organización se produjo la quiebra de varias empresas en Colombia por el radicalismo de los dirigentes comunistas, dejando en la calle a miles de trabajadores.

El expresidente de Uruguay José Mujica estuvo el 15 de septiembre en una conferencia en Medellín a instancia de las centrales obreras, apoyando el SÍ en el Plebiscito, acompañado por dirigentes sindicales internacionales. Allí el exmandatario habló de lo divino y de lo humano, planteando entre otras cosas que si Colombia le decía NO a los acuerdos quedaría como un pueblo esquizofrénico; y el país le dijo NO al documento de La Habana no solo por los 6.5 millones que votaron negativamente, sino también por el 62% que se abstuvo y que fue coherente en un buena medida con unos papeles que no había leído ni entendía, así que no es esquizofrenia sino desconfianza, y de ahí aquella máxima que manda “ante la duda, abstente”.

A la mesa siempre le faltó  la pata de los trabajadores urbanos que vieron sólo con interés  de espectadores lo que otros considerábamos la tragedia nacional que siempre se ensaño con todos los explotados sin que como clase, se sintieran directamente afectados”,  leemos una columna del número 2856 de octubre 5 del semanario ‘Voz’, órgano periodístico del partido comunista colombiano.

Esto demuestra que la negociación fue entre dos élites: la del Gobierno y la de la burocracia guerrillera, que ignoró a los 22 millones de trabajadores  sindicalizados o no, con la cual no estaba comprometida la gran mayoría de la población y por ello los resultados del plebiscito, pues dichos acuerdos no solo conducían al país a una dictadura castrocomunista como la cubana o venezolana, sino que además  las conversaciones fueron de espaldas al pueblo.

El gobierno en su afán de buscar congraciarse con las Farc y alcanzar el premio Nobel de la Paz  para el presidente Santos también menosprecio al sindicalismo y solo lo tuvo en cuenta para la foto y el video, olvidándose que el movimiento de los trabajadores es pluralista y podían haber voces que le tenían objeciones a los acuerdos, las cuales no escuchó.

Por esto en la revisión que se tienen que hacer del documento firmado en Cartagena, para no caer en los mismo errores, hay que escuchar a otros sectores pues todavía hay tiempo; y no creer que el voto por el NO el 2 de octubre es patrimonio exclusivo de un sector político en especial.

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