El ruido explosivo del horror mutó el silencio reinante en los campos del país mientras miles de familias soportaron con desazón la crueldad de esta guerra por más de medio siglo.

Mientras la zozobra y el miedo reinaron durante décadas en el campo colombiano, otra enfermedad de fauces más terroríficas se diseminaba en las ciudades principales: la indiferencia.

Aunque el conflicto armado lleva mucho tiempo, fue hasta hace muy poco que se conoció en el contexto público nacional lo que significaba ser una víctima; ellas le descubrieron a Colombia el rostro de un país que se desangraba y que aún hoy en día se sigue desangrando.

Las víctimas, con sus testimonios cargados de vacío en el alma, nos enseñaron también que había algo oculto en nosotros que decidimos dejar archivado; era la memoria, esa que preferimos siempre virar de dirección hacia cosas más bonitas como el deporte, la música o los reinados de belleza.

Centro de Memoria Histórica
Centro de Memoria Histórica

Cuando existe la memoria en una comunidad, llega el valor para exigir y denunciar la barbarie, para resistir al silencio, rechazar el olvido, exigir justicia y afirmar la vida.

Te has preguntado ¿Qué ha ocurrido en Colombia durante la violencia?, ¿Quiénes han ejercido sin límites el control de las armas?, ¿Cuántos muertos ha dejado?

Tal vez para muchos de quienes estuvimos relativamente al margen del conflicto, esas preguntas carecen de significado porque nos impusimos una venda en la mirada o simplemente porque la gran mayoría de las muertes de nuestra guerra se realizaron de manera sistemática, “gota a gota”, haciendo que no aparezcan como un hecho contundente, como si pasó en otros escenarios de conflicto en américa Latina; es decir, ante lo disperso del horror, nunca generamos espacios para rechazar la muerte.

Colombia ha sido el escenario de una de las guerras más atroces de todo el planeta; en ella, guerrilla, paramilitares y miembros de la fuerza pública se han enfrentado mediante masacres, combates, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas, tortura, secuestro, violencia sexual y desaparición de pueblos completos.

En los últimos 54 años, doscientas veinte mil personas han perdido la vida por cuenta del conflicto armado en Colombia, el 80% de las víctimas fueron civiles desarmados; entre 1981 y 2012 en Colombia se cometieron 23.154 asesinatos selectivos; 25.007 es la cifra oficial de desaparecidos que la guerra dejó en su largo recorrido; desde 1970 se realizaron 27.000 secuestros realizados por los actores armados; en los últimos 35 años han sido afectados por las minas alrededor de 10.000 personas; entre 1988 y 2012 se cometieron 95 atentados terroristas dejando 223 personas muertas y 1.243 heridas, también hubo por lo menos 716 acciones bélicas, combates, tomas a poblaciones, emboscadas, bombardeos, hostigamientos, en ellas murieron 1.633 combatientes y 1.344 civiles; en Colombia el conflicto ha producido 1.774 hechos de violencia sexual; durante los años más cruentos del conflicto 8.3 millones de hectáreas de tierra fueron despojadas por la fuerza.

Si para algo ha de servir conocer el alcance del horror,  que sea para buscar en el perdón, el arrepentimiento y el resurgir de una Colombia que hoy más que nunca necesita repararse, para que actos atroces como los del pasado solo sobrevivan en los centros de memoria histórica, para que todos los colombianos dimensionemos la magnitud de lo que nos ha dejado la guerra, y para que nos respondamos una simple y llana pregunta:

¿Queremos la paz?

Nota: Todas las cifras de este escrito fueron tomadas de la investigación que realizó por seis años el Centro de memoria Histórica de Colombia.

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