Pensar en una integración latinoamericana, con gobiernos como el de Raúl Castro, en Cuba; Nicolás Maduro, en Venezuela; Evo Morales, en Bolivia; Rafael Correa, de Ecuador, y Daniel Ortega, en Nicaragua, es una verdadera insensatez.

Esto con ocasión de las políticas que ha comenzado a desarrollar el gobierno de Donald Trump en EE. UU., que tendrán profunda incidencia en nuestra región. Por eso, hacer alianzas con los regímenes antes mencionados no ayuda en nada, y en cambio aumenta las desgracias y sufrimientos para nuestros pueblos, ya que el marxismo-leninismo en todas sus presentaciones es una maldición para las naciones, pues sus fundamentos son la dictadura, la miseria y la violencia como condiciones necesarias para existir.

El maniático de Hugo Chávez azuzado por el sátrapa de Fidel Castro, quería montar la Unión Soviética de Latinoamérica, no propiamente para el progreso de las naciones de esta parte del mundo, sino para reeditar esa gigantesca dictadura totalitaria y fracasada, porque los alucinados que siguen a la estafa comunista del marxismo-leninismo, han creído que el engendro del comunismo totalitario es todopoderoso, ya que siguen insistiendo en los fetiches del materialismo histórico y la inevitabilidad, advirtiendo que la doctrina absolutista de Marx es indudablemente supersticiosa, inhumana y antihistórica.

El gobierno de Donald Trump puede poner en peligro la globalización de la economía, que saldría afectada por sus políticas proteccionistas, lo que indiscutiblemente conduciría a una recesión mundial, ya que el país del norte al ser la primera economía del mundo, perjudicaría también enormemente a los productos de América Latina y el Caribe, que representan aproximadamente el 20% del total de las exportaciones que van a EE. UU.

También la postura anti-migratoria del gobierno de Donald Trump, afectaría a futuro las remesas que reciben familias que viven al otro lado de la frontera especialmente en Centroamérica, con ello aumentaría el índice de pobreza, entonces ante las nuevas condiciones que se avecinan para la región latinoamericana, hay que pensar en una integración seria, en donde las naciones echen mano de su propia iniciativa, creciendo hacia adentro y desarrollando una economía de autogestión libre y creativa.

Pero volviendo a advertir que los regímenes del socialismo del siglo XXl o neomarxistas a los cuales hemos hecho mención, como dice el adagio “no tienen ni arte ni parte” en una integración latinoamericana, porque sabemos hasta la saciedad que por ser el comunismo, estatista, burocrático y embrutecedor su única preocupación es montar camarillas o nomenclaturas, para parasitar a perpetuidad con la cosa pública, aplastando la libertad y la democracia.

Es bastante gracioso ver a los seguidores de la llamada izquierda especialmente la marxista, desgañitarse en contra del imperialismo, como excusa para ocultar el fracaso de los regímenes de Cuba y Venezuela, pero cuando un gobierno como el de Trump podría cerrar las importaciones que llegan de los países del sur, no tienen respuesta, creyendo todavía que a base de discursos demagógicos y miserabilistas van a enfrentar lo que se avecina.

Porque a la camarilla zángana del partido comunista cubano no se le puede olvidar que ha recibido durante 50 años más de 300 mil millones de dólares que le regalaron la URSS y Venezuela.

Además el caso venezolano es más patético porque durante 18 años de chavismo se cometió un descomunal latrocinio con los recursos de la venta de petróleo, cuantía que ningún país de la región ha recibido. Pues la miseria de las masas es inocultable en la patria de Bolívar, sin embargo el zafio de Nicolás Maduro se exculpa con el cuento de la “guerra económico”, así que con esa presentación a los regímenes del socialismo del siglo XXl hay que marginarlos de una autentica integración.

Hugo Chávez en su burocratismo marxista, creía que la unión de Latinoamérica se hacía mediante aparatos, por eso creó el Alba (Alianza bolivariana para los pueblos de nuestra América), la CELAC (Comunidad de estados latinoamericanos y caribeños), Petrocaribe y el Banco del Sur del cual todavía no se le conoce su desarrollo y sus iniciativas y también ayudó a formar otro aparato conocido como Unasur (Unión de naciones sudamericanas).

Con todos esos embelecos, lo que buscaba el difunto presidente era empoderar las ideas nefandas del socialismo del siglo XXl, ignorando la genuina unificación.

El libertador Simón Bolívar en la carta de Jamaica, en Kingston del 6 de septiembre de 1815, planteaba la construcción de una sola nación en el Mundo Nuevo, por su origen, lengua, costumbres y religión, que debería tener un solo gobierno con una confederación de estados.

Sin embargo veía la imposibilidad de ese proyecto, por los climas remotos, situaciones diversas e intereses opuestos que dividen a la América.

También José de San Martin el otro libertador de América, de la misma manera quería que se lograse una integración que abarcara todos los frentes de su época, en lo económico con una unión aduanera, en lo político para garantizar la defensa común y en lo social reivindicando la cultura latinoamericana.

De ahí podemos observar que nuestros próceres desde los albores de la independencia buscaban la unidad de nuestros pueblos, pero en la contemporaneidad para la integración se tiene que descartar la vileza del marxismo, que con el socialismo del siglo XXl pretende crear una esclavitud en las naciones de América Latina, mediante dictaduras oprobiosas eternas.

Una verdadera integración de Latinoamérica de ninguna manera puede pasar por las fauces del esperpento comunista totalitario. Por ello es menester desechar a los regímenes que mencionamos al principio, y para contrarrestar las posturas del gobierno norteamericano que afectarían significativamente a la región, de manera coetánea se podría implementar un mercado común latinoamericano, empujado por países como México, Argentina, Brasil y Colombia, entre otros, porque una realidad nos trae otra realidad a la que se debe enfrentar con inteligencia y valor, ya que frente al chovinismo, censura migratoria y el proteccionismo a ultranza que se pretende implementar en Estados Unidos la unidad con naciones de gobierno responsables es la salida, y para llegar a la integración de todos los países, algunos de ellos se deben de liberar de la deformidad del marxismo-leninismo.

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