La vida es cada día más larga. Y la mejor forma de asegurar una vejez tranquila, es guardar dinero para tener como cubrir los años sin trabajo.

De reforma en reforma, la edad mínima para pensionarse va subiendo. Todavía hoy una mujer puede jubilarse a los 57 años, mientras un hombre debe esperar a los 62. Sin embargo, el tema de la pensión está ligado al valor que se espera recibir una vez se deje de trabajar.

El sistema de pensiones en Colombia está dividido en dos esquemas. Uno manejado por el Estado, con Colpensiones, que maneja un ahorro colectivo; mientras de otro lado están los fondos de pensiones privados que, a partir de un ahorro individual, permiten que los trabajadores se pensionen bajo normas más amplias.

Lo que se vio como una importante alternativa para reducir la presión, que sobre el Estado tenía el pago de estas obligaciones, poco a poco fue mostrando sus debilidades; haciendo que los trabajadores fueran viendo que no era tan cierto el paraíso que pintaba ese novedoso sistema, importado de países considerados más desarrollados, por lo que muchos usuarios regresaran al sistema de pensión público.

La pensión es como una especie de sueño, de alcanzar a vivir y gozar de esos viajes o comidas; de tener tiempo para aprender a tocar un instrumento, pintar o hacer ejercicio, visitar a los amigos, a los parientes más o menos cercanos. Rescatar una vida que quedó perdida o escondida, bajo la importancia de trabajar o de adelantar una carrera profesional.

En cuanto al mecanismo para calcular el valor de la pensión, Colpensiones mide el promedio de los últimos diez años de cotización. Cálculo que puede resultar contradictorio, ya que existe un gran riesgo de que una persona quede desempleada al superar los 50 años, o, en muchos casos, al pasar de los 35.

Entonces la pensión se convierte en una meta esquiva. Los sueños pasan a ser apenas la meta de sobrevivir como adulto mayor. Aparece, sin embargo, una interesante alternativa como es buscar vivir en una ciudad pequeña o intermedia: Ibagué, Bucaramanga, Tunja u otros municipios menores como Villa de Leyva, Zipaquirá, Fusagasugá o Girardot. Las ventajas de movilidad, los nuevos desarrollos inmobiliarios y un clima más amable, hacen que estos lugares se conviertan en sitios más amables para los mayores de 70 años.

Dentro de otro esquema que se ha venido adelantando, está el de pequeñas ciudadelas que se desarrollan alrededor de los municipios, donde se ofrecen diferentes servicios para los llamados adultos mayores. Anapoima es uno de los más destacados que, por su clima y cercanía a Bogotá, se ha convertido en un destino de alto nivel ideal para personas mayores, que acaban de jubilarse.

El tema pensional se enfrenta a la economía colombiana, cada vez que se discute una reforma tributaria “estructural” en la que se propone que haya que ser cada vez más viejo para que llegue la esperada mesada que, proporcionalmente, resulta cada vez menor.

Finalmente, vivir de una pensión es una labor casi imposible. Solo viable para funcionarios públicos o para quienes hayan ahorrado suficiente dinero. Los aportes a pensión son una obligación para todos los trabajadores, pero si resulta difícil vivir de un salario, con mayor razón resultará hacerlo de una pensión.

Qué lástima que luego de más de veinte años de trabajo, la calidad de vida disminuirá, y el gozo de vivir sin trabajar sea tan solo una luchar por sobrevivir.

LO ÚLTIMO