Una victoria pírrica que deja al país en tablas. Igual que si el Sí hubiese ganado por esta mínima diferencia. Es más, de dos males tal vez el menos peor para Colombia. Siquiera ganó el NO raspando pues si fuese a la visconversa se estaría poniendo en tela de juicio la fragilidad del triunfo, la legitimidad de la implementación de los acuerdos elevados a rango constitucional y ahí sí que hasta el conflicto interno podría ser peor.

En la práctica el país electoral le dijo No a Santos y Sí a Uribe. Así que, antes incluso que con las Farc, con las que ya hay acuerdo bien o mal, les toca ponerse de acuerdo a los dos que han hecho gala y dado pésimo ejemplo de desacuerdo los cuatro años de diálogos habaneros.

Hoy están más cerca las Farc de Santos que Uribe del presidente. De alguna manera este empate les ordena hacer la paz a los dos entre sí para desempantanarnos pues el país quedó roto por la mitad, descontando el jugador incógnito, el verdadero ganador (60%), la abstención, los millones de colombianos a quienes ninguno de los tres les sube la aguja.

Y esta vez el paso adelante le toca darlo a Uribe. Ya no puede escurrir más el bulto. Santos lo buscó, lo invitó, le propuso N veces estos años. El domingo, reconociendo su derrota, intentando desplegar el plan B que no tenía, lo volvió a convocar. Y el mismo lunes el Centro Democrático lo dejó otra vez con la silla vacía.

Olvidémonos. No va a haber un nuevo acuerdo, o un acuerdo mejorado con las Farc si antes no se hace la paz política en Colombia entre los líderes del Sí y el No. Cuando concilien sus intereses y se hayan puesto de acuerdo en los mínimos y los máximos de un nuevo acuerdo será el momento de volver a la Habana, no antes, unificados, con un frente común ante las Farc.

Si resulta y si ellos aún están firmes. En un país “mamado” de la violencia/guerra, que busca y clama estar en paz, sus dos líderes máximos NO lo están. No puede ser que estemos más cerca que nunca de la paz con las Farc, el proverbial enemigo, y nuestros máximos líderes, antiguos cogobernantes y mejores antiguos amigos, ni siquiera se puedan hablar, no lo estén entre sí al margen de sus diferencias y le den este mensaje tan deplorable al país como si fuesen palestinos e israelíes.

Solo hasta que Laureano y Lleras dejaron a un lado su orgullo, soberbia y malquerencias y pesó más Colombia que su egos se pudo deponer al ‘dictador bueno’ y dar paso al plebsicito del 57 y al Frente Nacional que desactivó la violencia liberal-conservadora de los 40 y 50.

Los 6 millones que votaron por el NO se lo deben exigir a Uribe y los 6 millones del Sí a Santos.

Dijeron que estaban en desacuerdo, No con la paz sino con los acuerdos logrados. Es la hora histórica de presentar y trabajar su alternativa, lograr un consenso político alrededor del nuevo acuerdo sobre lo fundamental y sólo entonces, volver a renegociar o reacordar con las Farc que mostraron esa disposición tras haber sido rechazadas por el No. Es lo mínimo que esperamos de UriSantos los 13 millones de colombianos que votamos el domingo y las nuevas generaciones que los mirarán retrospectivamente como nosotros ahora a Laureano y a Lleras. Y lo mínimo que esperaría la comunidad internacional para no hacer como país el oso ante el mundo de haber ensillado sin haber amarrado antes …

Es la hora de Uribe (Pastrana, Z, Holmes, Marta Lucía, Pacho …) y Santos. NO más carreta.

LO ÚLTIMO