Si bien hay que volver a tener cierto aire de Carreño y su urbanidad, ello debe hacerse a tono con el estado y necesidades actuales de la población. Es cierto que hacen falta muchas normas de convivencia, ya que la sola propaganda o persuasión insípida no son suficientes para educar en comportamientos. Un Manual de Convivencia como tal es esencial para una sociedad colombiana con tantas disfunciones sociales y conflictos.

Pero debe ser eso, una guía de alguna manera coercitiva de convivencia y no un Estatuto de policía como hoy se quiere vender. La policía tiene debilidades para imponer una autoridad legítima y aceptable por la mayoría de ciudadanos. Algunos de sus integrantes, como tantas veces se ha demostrado, no tienen la formación, idoneidad, ni el talante para convertirse en sería autoridad sancionatoria con coherencia.

En este código de policía que acaba implementarse, los riesgos de abuso de autoridad son elevados. Se van a presentar diariamente muchos conflictos. Y lo peor ante es que el pobre ciudadano de a pié será el más desfavorecido, sería quien llevaría las de perder.

La policía de hoy no es del todo confiable y mucho menos con semejantes atribuciones, con la antipopularidad y la resistencia que tiene en la sociedad. De allí que antes de ponerlo a funcionar, debió primero formarse y educarse con el más alto nivel a los propios policías, incluyendo estrategias y mediciones de orden psicológico para descartar el máximo de riesgos en sus intervenciones.

Ante tantos riesgos de corrupción en distintos órdenes, es urgente educar, culturizar y depurar a la policía frente a sus nuevas responsabilidades. De lo contrario los conflictos y demandas que se vienen, serán muchas. Aunque ya se han iniciado algunas acciones legales frente a la implementación del nuevo Código de Policía.

El 30 de enero, el Centro de Estudios Jurídicos (Dejusticia) presentó dos demandas ante la Corte Constitucional contra los nuevos lineamientos. Así lo informó César Rodríguez, director de Dejusticia.

Una de esas demandas cuestiona cinco artículos del Código, ya que estarían violando la intimidad de la población. Además, según lo señala Rodríguez, se somete a los colombianos a un monitoreo “indiscriminado” por la vigilancia masiva.

Uno de los principales riesgos que tendrían los colombianos en cuanto a la privacidad es que

el Código carece de normas específicas para controlar el poder adicional que se da a la Policía, por ejemplo, para vigilar las comunicaciones”.

Los teléfonos celulares podrán ser intervenidos en cualquier momento, porque el espectro electromagnético se considera como espacio público.

Otras demandas presentadas hacen referencia a que se le están dando herramientas a los uniformados para que “hagan lo que quieran” en contra de la ciudadanía, la cual no podrá defenderse. Pese a que los altos mandos de la Policía han rechazado estas acusaciones, los demandantes consideran que se está legalizando el abuso policial y la extralimitación en su accionar, al estilo de la represiva época en el gobierno de J.C. Turbay Ayala de muy mala recordación para el país.

Respecto al tema del uso de material de cámaras de seguridad, Dejusticia advierte que ahora hay que ser muy precavido con la forma como se circula por el espacio público, ya que “espacios que se consideraban y debería poder considerarse como privados (áreas comunes de conjuntos residenciales) van a estar enlazados con el sistema de monitoreo de la Policía sin que medie algún tipo de control o de orden judicial”. Muy grave todo esto y hoy es lo más parecido que tendríamos a un Estatuto de Seguridad como en los tiempos de Turbay.

No todos los policías estarían integralmente preparados para aplicar con la máxima ecuanimidad unas normas que si bien son muy necesarias, no pueden dejarse en manos solo de esa institución. Su ‘dictadura’ en tantos lugares, podría sentirse en poco tiempo.

Lo peor que tiene esta nueva norma es el antipático nombre que parece sacado de la inquisición a la manera “Código Policivo” (o represivo)  por ello esperemos que alguna de las demandas prospere y volvamos a un legítimo Manual de Convivencia y no a una especie de moderno remedo camuflado de un nuevo Estatuto de Seguridad.

ApostillaSe inician los abusos policiales con el Código de policía

Como era de esperarse no faltan los policías impreparados para estas responsabilidades. Un informe publicado en este medio lo corrobora. Un poco responsable agente, se vuelve soberbio cuando se le hace notar el error que está cometiendo al intentar sancionar injustamente a un abogado. Parece que la terquedad en algunos prima por encima de la sensatez y el respeto a los ciudadanos. Aquí está el informe.

Y aquí otro informe sobre desmanes de la policía:

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