No soy santista ni uribista y estoy en contra de esos que asocian la paz con un apellido. La paz es mía, es suya, es nuestra. Punto. No de los políticos que la gestaron o de las Farc que negociaron. No. La paz es de Colombia, de todos.

Como cualquier persona que va a votar por el SÍ (o eso creo), me indigno cuando escucho o veo a alguien con argumentos que carecen de peso para votar por el NO. Claro, todos en este país somos libres de elegir la opción que mejor nos parezca, pero creo que es un deber tomar decisiones propias, y no guiadas por quienes tanto daño le han hecho a Colombia.

En las familias hay opiniones encontradas, y el caso de la mía no es diferente.

Soy joven, periodista y, como todos en este país, he vivido la guerra, no desde la misma perspectiva. Pero violencia es violencia. Y estoy cansado de ella.

Antes, hace unos días, intentaba persuadir a mis familiares que iban por el NO. Los atacaba e intentaba que abrieran los ojos, pero me di cuenta que esa no era la mejor manera para que se inclinaran por el SÍ.

Me encontré con que ellos reproducen frases cortas que son divulgadas por los líderes de la campaña por el NO. “Vamos para el castrochavismo de Venezuela”, “Timochenko va a ser el presidente en 2018”, “Las Farc no pagarán un día de Cárcel”, “Vamos a financiarlos con nuestros impuestos”, “La reforma tributaria es para pagarles a ellos”, “Ser Pillo paga”… en fin, así podría seguir.

Pero familia, ¿qué tanto creen ustedes en esas frases que reproducen? Yo solo les puedo decir que el miedo que algunas personas fomentan es la única manera de apagar la ilusión que muchos (como ustedes y como yo) tenemos. Eso sucede cuando nuestro camino a tomar es desconocido, como en efecto lo es el proceso de paz. Es algo nuevo, diferente.

Ya no serán balas, sino argumentos. No serán jóvenes inocentes muertos, sino derrotas políticas en el congreso. No se reclutarán personas a la fuerza para que integren el ejército o las Farc, sino gente asistiendo a colegios y universidades. Será algo diferente, en todos los aspectos, a lo que hemos vivido durante años.

Quiero que piensen en el bien común. En el vecino, el campesino, el pescador, el otro que vive en el Guaviare, Caquetá, Vaupés, Chocó, Arauca, Vichada, Meta… esos a los que les ha tocado todo en carne y hueso. Creo que tenemos esa capacidad, ese don de gente. Y por eso quiero que nosotros los tengamos presentes para brindarles el país que queremos.

Sinceramente, me conmueve la idea de ver crecer a mis hijos en un lugar diferente y saber que yo, sus tíos, sus abuelos, mis primos, mis tíos, y todos los que rodearán esa nueva vida hicimos lo posible por darle un mejor país al miembro más pequeño de nuestra familia.

Creo que, por los que vienen en el futuro, debemos hacerlo. Si gana el NO, podremos decir que hicimos lo posible, como la familia unida que somos. Pero jalemos todos hacia el mismo lado, como siempre lo hemos hecho. Arriesguémonos con algo que vale la pena y no dejemos que el miedo nos invada. Después del plebiscito, pase lo que pase, seguiremos siendo los mismos, amándonos incondicionalmente como hasta ahora lo hemos hecho.

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