Es curioso lo que sentí al ver esta película. El sentimiento de desolación de Elisabeth al saber que su hija Elodie la deja de un momento a otro (ellas viven las dos solas en Bélgica, en un municipio llamado Watermael-Boitsfort), para irse a tierras lejanas con su novio Kader Slimani, es digamos que algo progresivo. Al principio la mamá no sabe nada y simplemente se alerta, va a buscarla al colegio y le recomienda a su amiga por si acaso sabe algo.

La angustia va creciendo. Astrid Whettnall, actriz que interpreta a Elisabeth y que manifiesta cierta frialdad en su rostro, pareciendo reflejar bajo nivel de sentimientos cuando ve que su hija está desaparecida, va cambiando su semblante cuando se entera que su hija está en Chipre. Luego iría a Turquía para terminar en Siria, aproximadamente a 3.200 kilómetros de distancia.

Solo puedo manifestar que la angustia y la tristeza de Elisabeth se transmiten directamente a nuestro corazón. No hay nada como el amor de una madre y asimismo no hay nada como la angustia de una madre al saber que su hija está en tierras lejanas, peor aún incorporada a una religión ajena y bajo unos preceptos extremistas. Se menciona todo el proceso de incorporación al Islam bajo conceptos del yihad que, en conceptos generales, trata del esfuerzo que todo musulmán debe realizar para que la ley divina reine en la Tierra. Esto llevado a lo extremista, pues bueno, ya sabemos cómo es.

Camino a Estambul

La aridez de una frontera y la aridez de los sentimientos, a veces nublados, mientras en lontananza explotan bombas.

Repito, el amor de una madre que se va quedando sin armas y sin fuerzas a medida que la historia va transcurriendo. Cosas que se van descubriendo poco a poco y que no pasan indemnes a nuestros corazones. La mirada de Pauline Burlet, quien interpreta a Elodie, la tengo imborrable en mi mente.

Elisabeth trata a veces de refugiarse de sus pesares navegando en un pequeño lago y se toma un par de copas esporádicas de vino blanco en toda la película. Trata. Pero es que es muy difícil sabiendo que su hija anda lejos. La va a buscar, traza su camino a Estambul. Siempre habrá eventos inesperados en la vida, aquí no es la excepción, aquí me doy cuenta de la diferencia de culturas, de preceptos, de dogmas, diferencias entre Al-Raqqa y Bélgica; pero siempre también me doy cuenta de lo parecidos que somos todos los humanos, de lo esencial para todos nosotros que es nuestra familia. De lo esencial de las lágrimas y de la esperanza.

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