Cuando uno desprevenidamente se da la tarea de analizar las mediciones de audiencia que se le hace a los canales privados colombianos, puede concluir que rating alto no siempre es sinónimo de calidad o viceversa, una baja audiencia no implica por lo general que dicho programa sea malo.

Se puede evidenciar claramente en la actualidad con dos producciones del canal RCN, ‘Francisco el matemático, clase 2017’ y ‘La ley del corazón’, muy bien producidas, con acertados libretos, destacadas actuaciones, impecable dirección, que batallan por el rating con otras producciones de la competencia, que a gusto de analistas de TV y conocedores del tema, dejan mucho que desear en varios aspectos y nos invita a cuestionarnos si esa a la que suelo llamar impredecible, quejosa e infiel teleaudiencia colombiana, se volvió también pasmosamente conformista en preferencias de esparcimiento televisivo.

Lo facilista chabacano y populachero en manguala al tema narco, bala y sangre, parecen tener toda la aceptación y beneplácito de los televidentes de esta generación. No interesan para nada la calidad de unos libretos meticulosamente escritos, no deslumbran unas lucidas y naturales actuaciones, apáticos se muestran al tratamiento de temáticas contemporáneas, también controvertidas, pero muy bien manejadas.

Indiferente a qué canal las produce o cuál es el lineamiento político del mismo, tampoco formo parte de esa horda de apasionados seguidores en redes sociales de uno u otro canal, tan furibundos como los hinchas de fútbol en la defensa de sus equipos, ni me pagan por hablar maravillas o pestes de determinado programa, desde mi óptica de analista TV, con varios años trasegando en estas lides, considero que las dos mejores producciones al aire en este momento en la televisión colombiana las tiene el canal RCN con ‘Francisco el matemático’ y ‘La ley del corazón’.

La culpa de este declive en audiencia por los lados de RCN, como lo advierte otro colega va más allá de productos, se enfoca el dilema de una marca que ganó poco a poco animadversión por las posturas políticas tan marcadas y su inconstancia en la conquista de esa impredecible, quejosa e infiel teleaudiencia que se mantenía divagante escogiendo las mejores propuestas de un lado y otro, por lo que el llamado liderato en audiencia iba de canal a canal, dependiendo lo atractivamente ofrecido.

Los mismos llamados zares de la TV nacional tienen la culpa de lo que sucede actualmente, están cosechando lo que sembraron, las nuevas generaciones están acostumbradas a consumir en TV todo aquello que someramente los distraiga, sin importarles si es de calidad o no, atrás quedó esa generación nostálgica que gozó tantas y tantas producciones hechas con mística, poca tecnología, pero afianzadas en el profesionalismo y la preocupación por ofrecer ante todo calidad y atesorar una identidad.

La llamada universalidad del entretenimiento nos atosigó de formatos foráneos que se repiten hasta el cansancio, que no aportan nada, pero generan inmediatos réditos a los canales y si producir fritanga es más rentable que tomarse a la tarea de ofertar un plato gourmet, obviamente seguirán con la receta facilista per saecula saeculorum.

Quiero felicitar a los equipos de trabajo de ‘La ley del corazón’ y ‘Francisco el matemático’, ojalá las directivas no vayan a tener la pésima idea de cancelarlas y dejarnos viendo un chispero a quienes, sí apreciamos la calidad de las mismas y ese interés por retomar la ruta que una vez los condujo a paralizar todo un país y todo un continente con producciones muy nuestras, pero excelsas.

El trabajo no es fácil, reeducar a una teleaudiencia conformista y poco critica llevará tiempo y sobre todo constancia, además el tirano rating seguirá siendo la piedra en el zapato a la hora tomar determinaciones en un negocio que a fuerza tiene que ser rentable.

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