‘Breaking Bad’ nos acostumbró a un ritmo casi frenético, sobre todo en las temporadas 3 y 4. Cambios (la alusión a la química no es gratuita), explosiones, muertes repentinas, diálogos contundentes. ‘Breaking Bad’ nos atrapó y jamás nos soltó. Muchos la consideran una de las mejores series de la historia, al lado de producciones de culto como ‘Los Soprano’ o ‘The Wire’.

Por eso, es hasta comprensible que algunos que siguieron con devoción y adicción la historia de Walter White piensen que la de Jimmy McGill es aburrida.

Pero es que ‘Better Call Saul’ es diferente. Su ritmo, en apariencia más lento, ha permitido desarrollar más personajes con mayor profundidad.

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Por ejemplo, de Mike Ehrmantraut, en ‘Breaking Bad’, sabíamos que era un expolicía muy leal a las personas que eran leales a él. Ahora, en ‘Better Call Saul’, vemos un personaje que es mucho más explícito con sus silencios, atormentado por la muerte de su hijo, calculador, prudente.

Porque esa es la gran virtud de ‘Better Call Saul’: su historia transcurre lenta, entre escenas sin palabras, pero que dicen mucho.

La temporada 3 (cuyos capítulos ya están disponibles en Netflix) lo ha demostrado muy bien. Un episodio de una audiencia judicial, sin música, demuestra lo contundente que se puede ser sin necesidad de recurrir a explosiones efectistas.

O una escena en la que un hijo le tiene contar a su padre, un migrante honrado que se ha hecho a pulso, lo que puede pasar con su negocio si no acepta el trato de un narcotraficante.

Otra gran virtud de ‘Better Call Saul’ es la forma en que construye una historia sobre unos personajes (Gustavo Fring, Mike, Jimmy, Héctor Salamanca…) cuyo destino final ya conocemos.

Sin embargo, hay algo que no sabemos de ellos y hay mucho que no sabemos de otros personajes que no están en ‘Breaking Bad’ (Nacho Varga, Kim Wexler), pero que ya hacen parte de una historia bien tejida.

¿Es mejor? Tal vez no o tal vez sí. ¿Es peor? Eso sí que no. ¿Puede llegar a ser mejor? Es muy probable, sobre todo después de ese final de temporada que, sin forzar un ‘cliffhanger’, plantea varias preguntas.

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