La memoria de Rosa Elvira tiene enfrentarse a la discriminación de género, la mediocridad estatal, la falta de sororidad y sobre todo a las voces machistas que continúan perpetuando las violencias contra las mujeres.

Muchas nos indignamos con la noticia. Y para ser un domingo, las redes se movieron con gran vehemencia. Un joven secretario, perteneciente a élite política colombiana, emitió concepto jurídico por razón del proceso que adelanta la familia de Cely contra el Distrito. Y ¡oh sorpresa!, el concepto que parece salido de las catacumbas de la inquisición expresa en poca palabras que la mujer no debió salir con hombres desconocidos, que no debió salir sola y que era de noche en un lugar poco transitado (vea la imagen del documento compartida por el Espectador).

Rosa Elvira Cely

¿Perdón? Aquí es donde saltamos, ¿la mujer estaba pidiendo que la violaran y torturaran por ir a compartir con alguien nuevo después de clases? NO ¿El hombre es menos culpable porque la víctima iba “solita”? NO. ¿Fue culpa de Cely que no hubiera policías o ambulancias para atenderla? NO. Según el concepto, podemos inferir que cada que una mujer es violada lo primero que hay que pensar es qué llevaba puesto y dónde se encontraba. El hombre solo fue una “pobre víctima” de sus instintos… NO.

Parece normal, como que en la calle nos digan “mamasitas” y “tengamos que agradecer el piropo” o que las mujeres seamos constantemente silenciadas y cuestionadas en cualquier ambiente, porque “los hombres saben más del tema” “no es una carrera para mujeres” o “nos vemos más bonitas calladitas”.

Es decir, la tal violencia de género no existe… No seamos ilusas, aunque muchas hoy no tenemos que casarnos forzadas, podemos elegir una carrera, y tenemos independencia laboral; al día de hoy las mujeres seguimos siendo la mayoría abrumadora de casos de violencia por parte de pareja o expareja, seguimos siendo discriminadas en carreras relacionadas a la ciencia o la tecnología (“porque mejor psicología, comunicación o enfermería) y seguimos recibiendo menor paga por las mismas labores y mayor tiempo de trabajo que nuestros compañeros varones… sin contar las miles de mujeres que son explotadas.

¿Por qué es grave lo de Rosa Elvira? El concepto no está reconociendo la atrocidad del crimen, ni el dolor de la familia, ni la misoginia, ni que la culpa es del sujeto que perpetró el crimen, de quienes atendieron la emergencia y cuestionaron la necesidad de una ambulancia, de los policías que no estaban, de la indolencia y de la mediocridad.

Aún más, es doloroso conocer que la respuesta la emitió una mujer. La falta de sororidad es abrumadora. Pero no nos digamos mentiras, no es la única muestra de una mujer machista. Cuando decimos “buscona, mosquita muerta, le falta machu….” Vamos por el mismo camino.

Despojar de sus derechos a una mujer, por ser mujer y tomar acciones y decisiones que no están acorde con los estereotipos femeninos de una sociedad machista es lo que perpetúa esta violencia.

Sin embargo, tengo que mencionar el bonito el lavado de manos del jefe que en su conferencia de prensa por Canal Capital, donde aceptó que debió revisar el concepto antes de enviarlo pero que la mujer en “su autonomía laboral” lo había enviado… O sea, mejor no le achaquemos la culpa que “todo sucedió a sus espaldas”.

Señor secretario… ¿eso no es negligencia de parte suya? No voy a entrar en detalle con el señor, que debe estar muy ocupado con el Plan de Desarrollo y otros asuntos que mencionó, pero sí queda claro que hay poca comunicación en la oficina y al parecer que no tienen ningún lineamiento general que aborde concretamente los derechos humanos de las mujeres.

Es evidente la ausencia de sensibilización y acompañamiento a instituciones del gobierno con respecto al enfoque de género. Es continua la falta de claridad conceptual, la banalización del enfoque y la estigmatización hacia organizaciones de corte feminista.

Es vital, para poder lograr cambios en la calidad de vida de las mujeres colombianas, que las instituciones evolucionen, se informen y eduquen con perspectivas sociales más amplias, más incluyentes y menos simplistas.

El caso de Rosa Elvira Cely dejó un hombre condenado a prisión y un antecedente jurídico que reconoce el feminicidio como delito autónomo. Pero a pesar de ambos triunfos, la memoria de Rosa Elvira se convierte una vez más en caso de referencia obligado, en caso de estudio, de reflexión y en conversación pública.

Su memoria está presente en cada una de las mujeres que va a denunciar y se encuentra con algún funcionario o funcionaria de mal humor, que ha normalizado la violencia de género y que le pregunta qué hizo para provocar al pobre hombre desesperado que no tuvo otra opción que castigarla. Está en las miles de mujeres que esperan ser atendidas por un sistema de salud que no cree en las heridas por la violencia psicológica.

Está en las miles de mujeres que caminan con miedo por las calles, que se suben a un Transmilenio llenas de tensión por temor a que las toquen, las morboseen o acosen. Está en las víctimas desproporcionadas de la violencia por parte de hombres que les son cercanos (Vea algunas de las cifras de violencias contra las mujeres) y por parte de un sistema social que ha favorecido la masculinidad y ha limitado el desarrollo del mundo con la participación y aportes de las mujeres.

Nota: Las opiniones expresadas solo comprometen a su autor y no pueden considerarse una posición oficial de Pulzo.com.

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