Tal vez no haya profesión en el mundo que genere más odios que la del árbitro de fútbol. Hagan bien o mal su trabajo, siempre habrá alguien que los critique por las decisiones que toma en la cancha.

Es cierto que como su nombre lo indica, su labor es arbitraria. Por encima de él no hay otra persona que tenga más poder en el juego en cuanto a ‘justicia’ se refiere. Pero esta privilegiada posición, también es su condena.

Es verdad que en la actualidad (pero también en el pasado y seguramente en el futuro) su nivel deja mucho que desear y generalmente, en Colombia y en todo el mundo, viven embarrándola en lo que determinan y ‘casualmente’ con los equipos grandes.

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No creo que sea propósito. Aunque el fútbol profesional tiene mucho de mafia, en esta sociedad hiperinformada y súper fiscalizada, demostrar que un juez se equivocó intencionalmente no sería tan difícil de demostrar.

Si ya cayeron los intocables ‘capos’ del fútbol como Joseph Blatter y sus colegas, por qué no se le ha comprobado nada ilegal a ningún colegiado de las ligas más importantes del mundo. ¿Tienen tanto poder? Lo dudo, deben ser inocentes y sus embarradas son por simple mala apreciación y las presiones del momento.

Por supuesto, los hinchas tienen derecho a quejarse, pues es muy impotente ver que el equipo de sus amores pierde y que decisiones arbitrales impidieron que su suerte probablemente fuera otra. Lo curioso es que muchas veces solo ven los errores en contra y no los que los favorecieron.

Así sucedió en el partido Nacional-Millonarios. Los jugadores, las viejas glorias e hinchas azules criticaron hasta el hartazgo al juez Luis Sánchez porque no pitó dos acciones de falta clara en el área: una mano de Henríquez y un agarrón de este mismo defensa a Duvier Riascos.

Para la mayoría de los aficionados del club ‘Embajador’ no perdió porque carecieron de buena definición, sino porque no les pitaron estos penaltis.

En medio de la polémica y los ánimos enardecidos, no se fijaron que Luis Sánchez tuvo una noche para el olvido y sus erradas decisiones también perjudicaron a los paisas. Jair Palacios agarró y empujó en el área de los capitalinos a Andrés Ibargüen y una acción similar le hizo Andrés Cadavid a Henríquez. Nada de esto fue sancionado.

En suma, Millonarios perdió por el árbitro y Nacional ganó a pesar de este.

Con esta noche de perros, el que se debe sentir peor debe ser el árbitro Luis Sánchez. A cualquier lugar a donde vaya le deben hablar, por no decir insultar o amenazar, por el asunto. Ser su familiar en estos momentos, en especial su mamá, tampoco debe ser fácil. Toda mi solidaridad con ellos.

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