Teme el uribismo que con el fin de las Farc se esfume a su turno su identidad

Tal vez, eso explique el “obsesivo boicoteo” a la paz por parte del Centro Democrático, asegura Cristina de la Torre en su columna de El Espectador, y acusa a ese grupo político de que está “encaramado en la legítima inconformidad de muchos con las penas moduladas que se aplicarán a las Farc y con su ingreso en la política”, con lo que “magnifica lo menos (privación de libertad sin barrotes) y omite lo más (el insospechado horizonte que se ofrece a la edificación de una Colombia más justa y en paz)”. Reitera que, desaparecido el enemigo armado, los ejércitos privados de los viejos y nuevos terratenientes “que pescaron fundos en el río de la balacera” habrán perdido “el pretexto ‘político’ para defender, fusil en mano, las tierras usurpadas”, por lo que “ya despliegan campaña por el No” en el plebiscito por la paz. Para De la Torre, en el plebiscito por la paz hay que “decir Sí al imperativo moral de ahorrarnos otros 300.000 muertos”.

Lástima que el fútbol genere más emoción que la posibilidad de decir que se acabaron las Farc

“¿Por qué estas personas que en las redes aparecen orgullosas de su respaldo al proceso adelantado en Cuba no salen a la calle a armar la fiesta de la paz? ¿No sería esa una manifestación poderosa para acallar las voces opositoras?”, pregunta Juan Pablo Calvás en su columna de El Tiempo. Para él, esta es una prueba más del profundo desinterés y desconfianza que muchos sienten hacia la política. Y recuerda que si bien hay un porcentaje importante de la población al que no le gusta el proceso con las Farc, y esas personas no tienen nada que festejar, los amigos del ‘sí’ deberían celebrar. Y vuelve a preguntar: “¿Qué más necesitamos para poder celebrar el final del conflicto con las Farc en Colombia? ¿Qué tiene que hacer el Gobierno para contagiar con verdadera emoción al país por un hecho que, aunque imperfecto, es histórico?”.

El ‘sí’ va a ganar en las urnas el dos de octubre, porque la fuerza mayoritaria del país aceptará lo acordado en La Habana

O porque, con “maquinarias aceitadas”, Santos aplastará a la oposición, advierte David Santos Gómez en su columna de El Colombiano. “No resulta lógico, en esta historia torcida nuestra, que una propuesta que cuenta por igual con el apoyo de políticos decentes y oscuros se hunda, tras cuatro años de esfuerzos honestos y mermeladas corruptas”, agrega. Por ese triunfo del ‘sí’, Santos Gómez recomienda que se tiene que empezar a considerar la necesidad de imaginar la cotidianidad “sin el enemigo de siempre. Sin los culpables habituales. Sin los sospechosos frecuentes”. Se refiere, puntualmente, “a considerar los alcances de una nación que se va a ver arrojada a un espejo de horrores, compuesto por la crónica simple y llana de su propia verdad”.

Finanzas de departamentos y municipios siguen mostrando una tendencia hacia el gasto sin responsabilidad

Eso ocurre mientras en la Constitución de 1991 existen artículos sobre organización territorial y creación de nuevos entes que aún no han sido reglamentados, sostiene El País, de Cali, en su editorial. “Es la contradicción entre la descentralización administrativa que se supone debe producir bienestar para los ciudadanos y aquella que se limita a cumplir mandatos legales sin exigir controles y resultados”, añade ese diario. “Y frente a la cruda realidad que mostró el Ministerio de Hacienda, están los compromisos que deben cumplir en el posconflicto las entidades de gobierno más cercanas al ciudadano. Tal parece que las promesas pueden quedarse sólo en eso. Y el esfuerzo correrá a cargo de la Nación, golpeada como está por el déficit y necesitada de una reforma tributaria que impida su profundización”.

En la votación del plebiscito el ganador o perdedor no será un partido político, sino la sociedad colombiana de hoy y del futuro

Eso es lo que, según Cecilia López Montaño en su columna de El Heraldo, parece que no han logrado entender amplios sectores del país. Por eso —explica—, el primer esfuerzo que tenemos que hacer todos los colombianos es “aprender a cerrar ese capítulo para iniciarnos en una tarea muy compleja: aprender lo que significa resolver nuestras diferencias con los instrumentos que nos da la democracia, hasta ahora, muy imperfecta”. En otras palabras, hay que lograr a través de una política de verdad “y no esta que tenemos”, encontrar los puntos de encuentro y las diferencias dirimirlas sin odio. “Porque odio es lo que tenemos hoy en nuestro país. Insultos, descalificaciones, ira, es decir pasiones que no permitirán la objetividad que se requiere para que nuestra decisión del 2 de octubre no nos produzca arrepentimiento por el resto de nuestras vidas”.

LO ÚLTIMO