El nuevo escenario de negociación que se abrió en el país luego del triunfo del No en el plebiscito del domingo pasado convirtió al expresidente Uribe en un interlocutor necesario para superar el limbo legal y político en el que quedaron los acuerdos firmados con la subversión.

Uribe acude este miércoles a la sede de la Presidencia con una idea precisa y es la de que Santos se comprometa con la mayoría de votantes que negó los acuerdos a pedirle a la guerrilla que los “corrija”.

¿Hay voluntad de corregir o no? ¿Hay posibilidades de hacer las modificaciones?

fueron las preguntas que lanzó Uribe en su entrevista en Noticias RCN, al plantear su disposición al diálogo con Santos, pero con sus condiciones.

Uribe descartó la propuesta que hizo la canciller María Ángela Holguín de solicitar autorización para plantear sus observaciones directamente a las Farc y dijo que el interlocutor es el Gobierno y quien representa al país es el jefe del Estado.

No tenemos esa competencia. Sería irresponsable y atentaría contra el estado de derecho”,

dijo Uribe.

Pero luego hace una pregunta que se podría interpretar como que podría acudir, si hay una respuesta que lo satisfaga:

¿Qué sentido tiene ir a La Habana si el Gobierno no manifiesta que hay que corregir los acuerdos”.

 

En su entrevista al mediodía con la directora Claudia Gurisatti, Uribe se mostró bastante cauteloso respecto de la forma como se va a recibir su pregunta en la Presidencia, dado que otros miembros del Gobierno han señalado que la llave de la renegociación la tienen las Farc.

Pero Uribe va a su encuentro con Santos con una propuesta que demuestra que no quiere atravesarse en las negociaciones, sino hacer un aporte: tramitar una ley de amnistía para que los guerrilleros de base se puedan desmovilizar como estaba previsto.

Por eso, Uribe habla de que “con la actual legislación se les dé amnistía a los guerrilleros rasos que no estén incursos en delitos de lesa humanidad” y se les concedan garantías eficaces de seguridad.

Incluso fue más allá y dijo estar dispuesto a que se les financie mientras se les resuelve su situación, para que dejen la extorsión y el narcotráfico.

Y aprovecha para incluir en la negociación de ese punto el trámite de una ley de “alivio” a los militares detenidos por delitos relacionados con el conflicto.

Al ser interrogado de si en ese caso él está promoviendo la impunidad que tanto cuestiona, dijo que lo que se busca es que puedan recibir un tratamiento equitativo y que no sean sometidos al tribunal de justicia acordado con las Farc.

 

También dijo que su bancada estaría incluso dispuesta a que a los guerrilleros se les dieran unos recursos para que se mantengan alejados del narcotráfico y el delito, “mientras se hacen los correctivos, bajo la vigilancia de las Naciones Unidas”.

De esta última, también pidió que se conserve la misión de observación que ya fue desplegada en Colombia como un respaldo a la democracia, pues no se entendería que se fuera luego del triunfo del No.

Uribe no rescata nada del acuerdo y reitera cuestionamientos ya antes señalados:

  • Que los jefes de las Farc no pueden recibir amnistías ni ser favorecidos con elegibilidad.
  • Que lo mejor fue que ganara el No porque el país se libró de la inclusión de los acuerdos en la Constitución.
  • Que la tregua de las Farc es una farsa porque la extorsión y el narcotráfico continúan y que muchos de sus miembros se han pasado al Eln.
  • Que el acuerdo pone en riesgo la economía, la iniciativa privada, las libertades y la familia.
  • Que el acuerdo viola el Estatuto de Roma.

 

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