Lo más llamativo del texto de la revista es que cita un párrafo del libro del hijo de Pablo Escobar, Juan Pablo (Sebastián Marroquín) que pareciera demostrar la tesis contraria a la que sostiene la revista; es decir, que los enemigos de Escobar sí se quedaron con parte de la fortuna.

“Esa gran fortuna, que él amasó, terminó sirviendo para financiar durante años a aquellos que lo buscaron para matarlo (…) no puedes negociar, te toca decir que sí a todo lo que digan. Haces lo que sea para salvar tu vida”, dice en el libro.

Más allá del monto real que les quedó, la revista cuenta cómo fue su voluntad en los testamentos, el segundo de los cuales se hizo cuando ya había nacido su hija Manuela y la persecución a los extraditables.

Las proporciones, establecidas en el primer testamento, se mantuvieron, pero “sacó a algunos hermanos de la repartición“, dice Semana.

Esas proporciones eran, según explica Juan Pablo en su libro: 50 % le correspondía a su madre, Victoria Eugenia Henao; el 37,5 % para él; el 12,5 % para los padres de Pablo Escobar; y el 1 % para una tía.

La revista muestra que el testamento se hizo efectivo, pues a la muerte del padre de Pablo, Abel, en la sucesión aparecieron bienes por 1.141 millones de pesos, 12 inmuebles en total.

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La casa del viejo, conseguida con su propia plata, en 1964, valía 22 millones al momento de su muerte, en 2001.

En el mismo libro de Juan Pablo cuenta que los “familiares entendieron que mi padre les había dejado el 12,5% de los bienes, y sobre esa parte estructuramos los acuerdos privados para cumplir el testamento”.

Luego agrega:

“Ninguno en mi familia paterna jamás trabajó por su cuenta, todos sin excepción, sí aún hoy visten o se toman un café en la calle, es de cuenta de mi padre, no de ellos”.

Todas las propiedades que recibieron estaban libres de líos judiciales.