El día que murió Moncada debía estar en su casa y no en una pizzería hasta donde llegó un sicario que lo baleó. Su muerte se produjo en el hospital Manuel Uribe Ángel de Envigado.

El asesinato de este hombre, que disfrutaba del beneficio de casa por cárcel otorgado por un juez por una supuesta enfermedad intratable en prisión, arroja demasiadas sombras sobre el millonario fraude a la Dian que se habría articulado a través de una empresa criminal con empresas en 8 ciudades del país y funcionarios de la entidad, explica Daniel Coronell en Semana.

La muerte de Moncada dice más por lo que oculta que por lo que representaba dentro de la organización criminal que ideó James Franciso Arias Vásquez mejor conocido como el Zar de la Chatarra, dice el periodista.

Sus vículos con el Zar de la Chatarra empieza con sus lazos con empresas como Metales Medellín, Comercializadora Almetales y Fundalcert, con las que articuló el desfaco millonario a la División de impuesto, Dian, reportó Caracol Radio. 

A Arias Vásquez la Fiscalía le imputo los delitos de concierto para delinquir, falsedad en documento privado, fraude procesal, contrabando e enriquecimiento ilícito.

Quien lo mandó asesinar sabía que con Moncada muerto los investigadores no podrían seguir el hilo de la red de recicladores e indigentes, cuyas cedulas fueron usadas para respaldar falsas exportaciones y cobrar luego el reembolso del IVA, señala Coronell en su columna.

De hecho, sin Moncada resulta casi imposible seguir el origen de los vínculos entre el Zar de la Chatarra y los señores Tomás y Jerónimo Uribe Moreno, quienes “empezaron a decir de manera insistente que el Zar de la Chatarra estaba recibiendo presiones de la Fiscalía para que los incriminara en sus actividades ilícitas”, indicó el columnista.

“Ellos (Tomás y Jerónimo) pidieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que los proteja porque consideran que la investigación de sus negocios con el señor Arias hace parte de una persecución política contra su padre”, destacó Daniel Coronell.

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