En esa época, Rafael tenía 14 años, y después de visitar a unos amigos salió para ser recogido por su familia, en la calle 73 entre Sexta y Séptima, señala Daniel Coronell en su columna de Semana.

Pero a una cuadra de ahí se produjo la explosión que dejó tanto a su mamá como a su hermana con vidrios incrustados en la cara y algunas cortadas leves en el cuerpo, indica un recorte del periódico El Tiempo del 23 de enero de 1993 del que hace referencia el columnista.

La hermana, Catalina Uribe, fue llevada al Hospital San Ignacio porque tenía clavados vidrios en su ojo derecho. Ella, que en esa época tenía 12 años, también fue interrogada por la Fiscalía por su presunta responsabilidad en la alteración de la escena del crimen de Yuliana Samboní, recuerda el periodista.

La Fiscalía sostiene que ella y su hermano Francisco, estuvieron por más de tres horas con el presunto asesino, la justicia tendrá que demostrar si eso es cierto.

Por último se pregunta Coronell ¿Qué pasó por la cabeza de estas víctimas de antaño para que terminaran convertidas en victimarios?

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