Lo hace el New York Times al pensar que lo que quieren los del No es bloquear la paz. Mientras que el Washington Post explica que las propuestas que se habían conocido de Uribe y sus seguidores podrían implicar cambios relativamente modestos en el acuerdo de paz, recopila Rudolf Hommes en su columna de El Heraldo.

El autor de este último artículo cree que renunciar a un sistema de justicia especial para los actores del conflicto, condenas de 5 a 8 años  para quienes hayan sido culpables de crímenes de lesa humanidad e impedir que ellos sean elegidos al Congreso son cambios que las Farc va a aceptar fácilmente, explica el exministro.

Las preocupaciones del Centro Democrático con la confianza inversionista, la competitividad y el gasto en educación deberían contemplar el efecto nocivo de un fracaso del acuerdo sobre estas variables. Ellas no tienen por qué sufrir porque se va a atender a un segmento de nuestra población que ha estado condenado al olvido desde que se fundó la nación”.

Lo más desconcertante no fue que haya ganado el No, sino el 63 % de abstención

Así lo afirma Mario Vargas Llosa en su columna de El país de España y reitera que el voto negativo y la abstención no implican un rechazo a la paz; manifiestan un escepticismo profundo frente a la naturaleza del acuerdo firmado en el que, con razón o sin ella, una gran mayoría de colombianos ve a las FARC como la gran triunfadora de la negociación y beneficiaria de concesiones que le parecen desmedidas e injustas.

Por eso el escritor se pregunta y contesta: ¿Significa esto que la guerra debe inevitablemente regresar a Colombia? En absoluto. Las reacciones tanto del Gobierno como de las propias FARC indican que ni uno ni otro lo creen así. Por su parte, los propios líderes de los partidos que promovieron el No —los ex Presidentes Uribe y Pastrana— insisten en que su oposición al Acuerdo no lo era a la paz, sino a una paz injusta.

Los partidarios del No, ganadores del plebiscito, no deben dejar que los obnubile la victoria y demostrar con hechos que, efectivamente, quieren la paz. Una paz mejor que la que proponía el Acuerdo, pero la paz, no de nuevo la guerra”.

Ese acuerdo no puede ser implementado

En democracia hay que aceptar el veredicto de las urnas, aunque la diferencia fue mínima, dice Mauricio Cabrera en su columna de El Universal de Cartagena.

Pero el clamor ciudadano exige mantener el cese bilateral al fuego y firmar cuanto antes un nuevo acuerdo, y también es una expresión democrática que no puede ser desoída”.

También aclara que no existe un consenso que deje contentos a todos los del No, porque mientras unos quieren negociar desde cero para otros rechazar el acuerdo es oponerse al presidente y posicionarse para las próximas elecciones; por eso quieren dilatar las conversaciones.

La oposición es más que una mayoría, es un sentimiento nacional en Venezuela

No hay ninguna duda que se cumplen las condiciones para ejercer el derecho constitucional del Referendo Revocatorio. Pero el peligro para el chavismo es muy concreto: Un referendo y una elección este año los sacaría a todos del poder, comenta Luis Vicente León en su columna de El Universal de Caracas.

Si su esencia fuera respetuosa a las reglas de juego, simplemente no habría nada que hacer. Cumplir con los derechos constitucionales, ir al referendo, perder, convocar una elección presidencial y también perder y pasar a ser la oposición”

Por eso advierte que cualquier persona decente (no importa su filiación política) debe rechazar el uso de la represión policial y judicial como arma contra los adversarios políticos del Gobierno, que solo nos aleja de la democracia y la paz.

El conejo que se le ha puesto a los del No

Primero advirtió que solo aceptaba cambios de redacción. Luego, que solo sería tramitador de propuestas a las Farc. Y llegan propuestas como las de repetir el plebiscito en los municipios donde llovió el pasado 2 de octubre, critica la columnista María Isabel Rueda en su columna de El Tiempo.

Lo único que salva el acuerdo con las Farc es un texto que surja de un gran acuerdo nacional del Sí y del No. Si el Presidente le mete voluntad política, lo tiene en las manos”.

Las propuestas de los del No no son ni imposibles ni inviables. Y con un poco de trabajo de Secretaría Jurídica se puede encontrar un común denominador, asegura la periodista.

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