La amarga experiencia que según Natalia Prias vivió el pasado fin de semana ocurrió en El Picó, un nuevo bar de champeta ubicado en la Zona Rosa de Bogotá, cuando en compañía de varios amigos llegó para disfrutar una noche de rumba.

“Todo iba bien, hasta que un tipo mayor, aparentemente extranjero y piloto (pues vestía de pies a cabeza el uniforme y las preseas de capitán sobre sus hombros) le pareció bien tocarme las tetas sin mi consentimiento. Reaccioné como reacciono siempre que un tipo abusivo se pasa de listo conmigo y alcancé a ponerle un par de puños encima mientras se hacía el tonto y seguía su camino hacía el baño del lugar…”, cuenta Prias en su perfil de Facebook.

La mujer asegura que cuando buscó ayuda con el personal de seguridad la respuesta que obtuvo terminó de ‘arreglarle’ la noche: “No podemos sacarlo porque de pronto el tipo tiene mucha plata y poder” y “nosotros no podemos hacer nada, porque no vimos nada”.

Como los ‘gorilas’ del bar no le ayudaron, entonces dice que acudió a dos socios del bar, pero que la respuesta fue peor que lo que le hizo el manoseador: “Uno de ellos me dijo: ‘cálmate, eso quiere decir que las tienes ricas’. El otro guardó silencio en complicidad”.

La decepcionada bailarina de champeta dice que mientras el agresor “siguió tranquilo y campante dentro del bar”, a ellos les recomendaron que si no estaban a gusto en el sitio que mejor se fueran. “Obvio nos fuimos, pero porque no queríamos seguir en este lugar”.

La denuncia se viralizó y los comentarios en contra de la seguridad del sitio llevaron a que el bar respondiera por la misma vía.

“Después de leer tu post, queremos tomar responsabilidad como una empresa que cree en el servicio y que sabe que su activo más importante son sus clientes. Por eso, deseamos esclarecer los hechos y de ser posible brindar una solución, para que, como tú dices, esto no vuelva a suceder”. Además, el bar le pide a la joven entrar en contacto para que les entregue más detalles.

Aquí está el relato completo: