Los obstáculos fueron denunciados por organizadores de carreras citados por El Espectador.
“(…) Sólo hace falta mirar el plan de manejo que piden. Mientras en ciudades como Cali y Cartagena este documento tiene 5 páginas, el que se aplica en la capital puede llegar hasta las 200… Además, los precios de la capital no son homogéneos con los que se viven en otras partes de Colombia: mientras que arrendar una calle en Medellín puede costar cerca de $3 millones, en la capital puede ascender hasta los $15 millones. Todo esto provoca la muerte de las pequeñas carreras, pues no todos pueden conseguir tal nivel de presupuesto”, dice Juan Carlos González, de la firma Ergofitness.
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Por su parte, Luis Iván Correa, de Correcaminos, otra organizadora, menciona le absurdo de que si las camisetas de los participantes tienen más de 3 avisos la Alcaldía las considera vallas publicitarias y hay que pagar impuestos por eso.
Lo llamativo es que pareciera que hay consenso entre la administración pasada y la nueva de Bogotá, a juzgar por las declaraciones de la directora de la Defensoría del Espacio Público, Nadine Amparo Yaver, que no responde ninguna de las críticas puntuales sino que repite: “seguimos apoyando este tipo de iniciativas siempre que los organizadores cumplan con las normas, los tiempos y los procedimientos estipulados en los decretos”.
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