Y bajo esa denominación cubre las reivindicaciones más amplias y variadas para justificar las acciones violentas que han paralizado el sector norte de la ciudad, como las tarifas de Transmilenio, la supuesta privatización de los espacios de la Universidad Pedagógica, su proceso de certificación y las políticas educativas de la Alcaldía.

De la sigla se desprende que siempre van a encontrar pretexto para promover la anarquía y la parálisis.

La explicación de sus acciones fue publicada por El Tiempo, cuya edición zonal los contactó cuando hacían un mitin dentro de la Pedagógica, donde claramente son un grupo minoritario que no puede reclamar la representatividad de cientos de estudiantes.

De acuerdo con el periódico, la Universidad, como supuesto resultado de las acciones del MALP, realizó “una serie de debates sobre las decisiones administrativas”. Y siguiendo la onda de la conciliación, prestó asesoría jurídica a “12 estudiantes que se vieron involucrados en los desmanes”.

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El secretario de Seguridad del Distrito, Daniel Mejía, manifestó a El Tiempo que lo que les preocupa son las ‘cocinas’ que hay dentro de las universidades, incluida la Pedagógica: lugares en los que se hacen papas… explosivas.

Lo que es claro es que los promotores de los desórdenes lo único que han conseguido es paralizar el tráfico y ganar la animadversión de los comerciantes del sector, que ha perdido millones.

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