Según su cruda declaración desde la cárcel la Picota —donde espera un juicio condenatorio por el que podría pagar más de 50 años de prisión— el día de los hechos (17 febrero), él tenía la intención de venderle la bebé a un sujeto con extrañas inclinaciones sexuales, conoció la emisora de RCN.

“Unos días antes había hablado con un muchacho al que le había comentado que me había enamorado y me había metido a vivir con una muchacha de Cartagena. Él me argumentó que le vendiera la niña. Le dije: ‘No. No puedo porque es mi hija’”, dijo Ospino en el medio.

Sin embargo, con frialdad, el procesado dijo que cuando raptó a la niña de su vivienda, en el municipio cundinamarqués, contactó al conocido para vendérsela. Esto, pese a que en varias oportunidades le había escuchado al sujeto decir que tenía obsesiones sexuales con menores de edad y le había “mostrado una serie de videos de pornografía”, según la emisora, infantil.

“Cuando yo me la llevo [secuestra], llamo al señor, él llega y me dice: ‘No me puedo llevar a la niña porque ya está muerta. Así no me sirve’”.

Eso dijo Ospino, sin remordimientos, y además agregó que en ese momento la menor estaba inconsciente porque durante la pelea con la mamá, Yudis Pereira, ella le cayó encima.

Captura video de RCN Radio

De acuerdo con el relato del acusado, en el que no mostró gran arrepentimiento, la pelea con Pereira comenzó porque su exesposa lo contactó para que le enviara dinero y le firmara un documento para sacar a su hija mayor (de 8 años) del país.

“Mi exmujer manda a pedirme un documento para sacar a mi hija del país y por eso se forma el problema. La madre de la niña [bebé asesinada] se pone celosa. No quería que le diera plata a mi otra hija. Se pone brava y me saca que la niña [víctima] no es hija mía y que se va a ir”, narró.

En ese momento, según el individuo, comenzó una fuerte agresión física entre los dos, donde supuestamente la menor resultó lastimada, según expresó en la emisora:

“Siendo como las 7:00 p.m., aproximadamente, tenemos una pelea y ella cae sobre la niña. Ella me agarra, no me soltaba y a la niña la tenía apretada. Mi hermanita la saca y la pone en otro lado”.

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Enseguida, aseguró que después de la discusión se llevó a la bebé. “La saco a tomarle unas muestras de ADN, en medio de la rabia de todo lo que me había dicho, cuando siento que la niña está prácticamente muerta”.

Ospino sostiene que en ningún momento asfixió a la niña, pese a que un dictamen de Medicina Legal así lo certifica.

Lo que supone en la entrevista es que Yudis dejó a la menor en agonía cuando cayó sobre ella. Sin embargo, este hombre, al que el país condena con rabia e indignación, no hizo nada para salvarla. Si supuestamente la vio mal ¿por qué no la llevó a un centro médico?, es la pregunta que surge ahora.

Pero a cambio, Ospino cuenta en su confesión que la enterró sin ni siquiera comprobar si la pequeña aún estaba con vida. Lo dice sin tristeza y como si no se tratara de la vida de un ser indefenso:

“Yo, asustado, corro. Le presiono el pecho y ya la niña está prácticamente muerta. Sin saber para dónde agarrar, cojo para la iglesia la Valvanera a ocultarla. Lleno de miedo, de temor, sin saber qué hacer, entonces decido hacer un hueco y dejarla ahí, taparla, y huir”.

Ospino se fugó para el Meta y fue capturado el 20 de febrero en una vereda de San Carlos de Guaroa. Aunque en ese momento dijo que había regalado a la menor.

Después, confesó el homicidio y les indicó a las autoridades en dónde había enterrado el cuerpo. Junto a la bebé dejó una fotografía de Yudis y un anillo de compromiso.

Sin embargo, en la audiencia de imputación de cargos no aceptó los delitos de secuestro agravado y homicidio agravado por los que lo acusó la Fiscalía.

Ahora, Ospino manifiesta: “Nunca se me pasó por la cabeza asesinarla o que la fuera a vender. Nunca, porque era mi hija, como ella me hizo creer, y la quería”.

En el siguiente video de RCN Radio se puede ver al confeso homicida pidiendo perdón a su familia, a Dios y al país y enfatizando que enfrentará la condena que la justicia le imponga por tan cruel asesinato.