Aunque muchos en Colombia votaron ‘No’, el mundo reconoce lo pactado en La Habana

“Noruega dijo Sí”, destaca Luis Noé Ochoa en su columna de El Tiempo. “Le dan el premio al Presidente, pero también a Colombia y a las víctimas de la violencia. Esas mismas valientes personas que el domingo quedaron con la ilusión por el suelo, porque muchos votaron No”.

El columnista opina que “si se necesitan ajustes (al acuerdo de paz con las Farc), que sean precisos, no desmedidos, y lo más pronto”, y concluye:

Ya Santos pasó a la historia como pacifista, no sea que otros pasen a la historia como guerreristas. A celebrar austeramente, con ‘kjeks uten syltetøy’. Es decir, galleta sin mermelada, como se dicen en noruego”.

“Santos no necesita demostrar a nadie su respeto por la democracia”: El País, Madrid

El principal diario español dedica su editorial al “merecido” premio Nobel de paz concedido al presidente de Colombia, resaltando “el alto el fuego definitivo de la guerrilla”, la firma del acuerdo con las Farc y la manera en que asumió la derrota en el plebiscito “como un mandato popular para seguir trabajando”.

“Resultan ridículas las acusaciones que algunos le lanzan de querer firmar la paz en contra del pueblo”, considera El País, y concluye con una clara alusión a los líderes del ‘No’:

Sabotear el proceso de paz colombiano y al presidente Santos, como pretenden algunos, demuestra poca claridad de ideas y nulo sentido político”.

La falta de vergüenza de las Farc las privó de aparecer en el Nobel

“No haber mostrado, al menos simulado, un mínimo de arrepentimiento por todo el dolor causado a la población civil tuvo un costo demasiado alto para la paz”, asegura Gustavo Duncan. “Un colega mexicano me hizo caer en cuenta que durante la ceremonia de Cartagena ‘Timochenko’ no ‘pidió’ sino que ‘ofreció’ perdón”, agrega.

El columnista de El País de Cali enumera algunos “detalles” de los líderes guerrilleros que sentaron mal a la opinión pública en las últimas semanas y considera que “La sociedad civil organizada hizo muy poco por sancionar esta actitud de los mandos de las Farc (y) las ONG de derechos humanos apenas mostraron su indignación”.

Finalmente, Duncan reconoce que después de las encuestadores, quienes más se pifiaron con los resultados del plebiscito fueron los formadores de opinión, pues casi todos daban al ‘Sí’ como ganador el pasado domingo.

Avalar acuerdos de Paz sin aprobación de la mitad de votantes habría traído más violencia

Además, de esa forma, la paz no hubiera sido “ estable y duradera”, de acuerdo con una columna de opinión de Thierry Ways para El Heraldo:

Una paz sin la aprobación de ese medio país habría sido perecedera y frágil. Los desacuerdos y hostilidades habrían empañado durante años la convivencia, impidiendo sacar adelante cualquier proyecto de nación. Quizá habrían surgido nuevas violencias. Es más sabio enfrentar hoy que mañana la realidad de que millones de personas no estuvieron de acuerdo con lo pactado y que era necesario tener en cuenta los reparos de la oposición si se quería obtener un consenso apropiado al tamaño de la tarea”.

Ways añade que tras la derrota del ‘Sí’, en el país ya se debería tener un ‘plan C’ para aprobar los acuerdo con las Farc: “La ausencia de un mandato claro hundió el ‘plan A’ del Gobierno. Y ya nos dijeron que no hay ‘plan B’. Queda, entonces, poner en marcha el ‘plan C’: ce de Colombia y ce de consenso. Ce, también, de crisis, pero de una crisis obligatoria, de la que puede salir algo mejor. El “mejor acuerdo posible” es, por definición, uno que el pueblo acepte. Será difícil. Pero nunca hubo otra alternativa”.

En Colombia hay deficiencia investigativa y prisión preventiva inservible

Eso señala Horacio Gómez, en su columna en El Nuevo Siglo, donde afirma que la deficiencia investigativa y los vagos argumentos de la justicia sobre acciones como la prisión preventiva en el país no solo permiten la impunidad, sino la captura de falsos culpables.   

“Se dice, con reprobable ligereza, que investiga­ción sin preso es un fracaso. Que un auto de detención, no se le niega a nadie. Que hay que detener, mientras se busca la prueba”, escribió Gómez al añadir que la prisión preventiva es tan poco servible que los sindicados tienen tanta facilidad en las cárceles para eliminar o cambiar pruebas en su contra, que es como si no estuvieran privados de la libertad:

La prisión preventiva no tiene por objeto facilitar la instrucción de las causas. Esa es una finalidad totalmente ajena. Es acertado calificar de excesivo lo relacionado con el hecho de que la libertad de un sindicado facili­taría la desaparición de pruebas, el soborno de testigos, el concierto de cómplices, etc. No hay prisión capaz de impedir que el acusado maquine todo aquello que sus amigos y servidores podrían llevar a cabo, como sería la eventual posibilidad de modificar la orientación de las pruebas”.

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