Dice que es tímido, que le cuesta cantar en público, pero que la música la ha llevado en la sangre desde que era un niño. Podría decir, incluso, que era una pasión que afloró mientras purgaba los 8 años de prisión a los que fue sentenciado por Justicia y Paz, reseña el programa Los Informantes.

“Mi padre, desde que yo lo conozco, ha sido músico (…) Incluso en la guerra él cantaba”, dijo Oliverio Isaza, con la voz pausada y tranquila, mientras recuerda los años en los que el poder militar de las autodefensas dictaba las reglas y enfrentaba, con todo, a Pablo Escobar por la hegemonía de una vasta región entre Antioquia, Boyacá, Cundinamarca y Santander.

Ahora, convertido en un hombre que va a misa, reza y pide perdón por los actos criminales que cometió, Isaza se dedica a componer ‘corridos prohibidos’ de reconciliación, según el periodista Andrés Sanín.

“Yo todas las noches rezo y pido perdón del daño que hicimos”, asegura el hombre que dice tener la responsabilidad, junto a sus hermanos y su padre, de la muerte de al menos 10.000 personas en más de una década fratricida en el Magdalena Medio. “Yo no tuve cómo decidir: o eran las autodefensas o era la muerte”, añadió.

“A pesar de todo lo que pasó uno ya entiende que esa guerra no tenía razón de ser”, admitió tras ser condenado por delitos de desaparición, reclutamiento y desplazamiento forzado de personas, entre otros cargos que incluyen hurto y tráfico de armas largas.

En la cárcel se formó como abogado, dice que ya reparó a las víctimas de su accionar violento en el Frente Isaza Héroes del Prodigio y que no usa esa plata para hacer música. Su concepto de justicia es bien particular: “lo malo que uno hace, algún día lo paga”.

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