Díaz identificó “64 fachadas inactivas, 43 espacios vacíos y 52 inmuebles abandonados”, a los que llamó ‘paisaje residual’, que quedaron después de hacer las obras de Transmilenio, cita Unimedios.

Luego, encontró que ese paisaje residual “genera un 85 % de sensaciones negativas”, pues esos lugares son percibidos como zonas de inseguridad, agrega el medio universitario.

La investigadora entrevistó a varios usuarios de Transmilenio, peatones, habitantes de las zonas y comerciantes, que también manifestaron que la carrera Décima y la avenida Caracas son las troncales que se ven con mayor desagrado.

Eso se explica porque en esa dos vías no hay espacios verdes, y sí tienen casas deshabitadas y calles sucias, añade Unimedios.

Por el contrario, la NQS y El Dorado fueron mejor valoradas.

La investigadora también encontró que el paisaje residual y la percepción negativa son consecuencias de que solo se piense en la construcción de las vías y no en la forma en que se afectará el paisaje urbano, explica Unimedios.

Consultada sobre ese tema específico, la académica indicó:

Al no haber una visión integradora del paisaje, cada entidad tiene funciones divididas y por esto la ciudad se va armando por retazos”.

En ese sentido, la solución sería integrar los trabajos de entidades del Distrito como el Instituto de Desarrollo Urbano, la Empresa de Renovación Urbana, la Secretaría de Planeación, la Secretaría de Cultura, el Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público y el Instituto Distrital del Patrimonio Cultural:

Para evitar estos espacios abandonados se podría haber generado en paralelo un proyecto de renovación. Si bien esto no es función directa del IDU, una articulación de todas las entidades permitiría la ejecución de proyectos conjuntos para que todo el espacio se renovara al tiempo”, opinó Díaz.

La siguientes foto, tomada por la investigadora, muestra el paisaje urbano deteriorado en una zona cercana a Transmilenio:

Foto: Nataly Díaz