El temor de que el triunfo del No pudiera romper el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc comienza a despejarse con la concesión del Premio Nobel de Paz al presidente Santos, porque se constituye en un apoyo a sus esfuerzos por concretar una negociación que llegue a un feliz término.

El analista José Fernando Isaza destacó en el programa Hora 20, de Caracol Radio, el argumento del Comité Nobel de que el premio se entregó para disminuir la posibilidad de que el proceso de paz fracase.

Este premio se suma a dos gestos posteriores al plebiscito: la apertura de un diálogo nacional por parte del Gobierno para tomar nota de las objeciones de los promotores del No para presentarlas a lo negociadores de la guerrilla en La Habana, por un lado, y la disposición de la mesa de diálogo, de discutir esos temas, por otro.

El hecho más significativo del premio Nobel es que genera una ampliación del cese del fuego de hecho hasta el 10 de diciembre, fecha de la ceremonia de entrega del galardón a Santos, pues no tendría presentación ante el mundo, que el ganador del premio ordenara ataques o bombardeos, de acuerdo con el análisis de La Silla Vacía.

Para las Farc también va a ser más difícil una ruptura de las negociaciones, por la unanimidad en el mensaje internacional para que mantengan su actitud de diálogo. Sin embargo, el riesgo de que eso pase está latente y con el paso del tiempo crece.

La concesión del premio a Santos no garantiza totalmente el silenciamiento definitivo de los fusiles. La Silla Vacía recuerda que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ordenó un ataque en Libia dos años después de ganarlo en  2009.

El premio también es un aval que le permite desplegar la diplomacia para conseguir ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una actitud comprensiva con la misión de verificación desplegada en Colombia, que no se sabe aún cuándo va a ejercer su tarea de acompañar a los desmovilizados en las zonas de concentración.

El otro aspecto para considerar es que el Nobel, y todo el apoyo y prestigio que eso implica, le mejora su posición como interlocutor frente a las objeciones de los promotores del No a los acuerdos de La Habana, en especial respecto de Uribe, quien como ganador del plebiscito se erigió como el líder del nuevo proceso de renegociación.

Este premio, entonces, vuelve a equilibrar las cargas y le da oxígeno a Santos para avanzar en hacer los ajustes al Acuerdo para incorporar los reparos de los que votaron No,

señala en su análisis La Silla Vacía.

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