Meses después de haber salido de ese sitio, al que describe, literalmente, como el infierno, además del hambre, la sed y el abuso sexual al que fue sometida, lo que más le duele es que a nadie le importe lo que pasó.

Su caso, probablemente, no haya sido ni será investigado. Es apenas uno más de los casos aberrantes que vivieron menores de edad, por su adicción a las drogas.

A diferencia de muchas niñas lindas que trabajaban como prostitutas para conseguir dinero para drogarse, ‘Tatiana’ no estuvo con casi mil hombres por voluntad propia, sino víctima de una trampa que le tendió una supuesta amiga, que estaba resentida con ella porque la ‘denunció’ ante los ‘sayayines” por habérsele “fumado un celular”.

Los ‘sayayines’ eran los siniestros personajes que ejercían la autoridad en esa república independiente del crimen en pleno corazón de Bogotá, que fue tomada por las autoridades en mayo pasado.

El dramático relato de ‘Tatiana’ fue emitido este lunes por el Canal RCN, quien logró hablar con ella, y con otra niña identificada como ‘Daniela’.

Cuando ese episodio ocurrió, ‘Tatiana’ llevaba viviendo casi un año en el Bronx, consumiendo basuco casi las 24 horas.

Recuerda la fecha exacta en la que lo probó: 14 de febrero de 2015, a media noche, en el Bronx, un sitio que una amiga le había ‘vendido’ como un sitio donde se podía rumbear, donde no había autoridad, un sitio de ‘fantasía’, según sus propias palabras.

Había escapado de su casa, un ambiente en el que tenían todo: amor, estudio, todo lo que pedía. Su caso no es el de la típica niña que escapa de un infierno, por abandono, pobreza, maltrato o abuso, para meterse en otro infierno, como sí lo era el de ‘Daniela’, la otra niña que habló en el programa.

Fueron 3 días de rumba pesada, al cabo de los cuales regresó a su casa por nostalgia: extrañaba a su familia. Pero ya estaba enganchada con el basuco y el síndrome de la abstinencia la hizo regresar días después, y en esta oportunidad para quedarse.

Allí, un distribuidor, ‘el flaco’, le suministraba, ‘desinteresadamente’, comida, droga, y terminó convirtiéndola también en distribuidora y su mujer.

Por lo aberrante de lo narrado, vivido las últimas semanas antes de la toma por parte de las autoridades, su relato parece una copia del guion de la película ‘Taken’ (Búsqueda implacable), protagonizada por Liam Neeson, cuya hija adolescente, así como otras, son raptadas en París para ser vendidas y prostituidas.

La diferencia es que en la película, el personaje que interpreta Neeson, Bryan Mills, un ex agente de la CIA, logra rescatarla, pero a ella no la buscó ni rescató nadie.

Taken
Taken / 20th Century Fox

El drama de ‘Tatiana’ se parece más al de las otras adolescentes de la película que no fueron rescatadas, y frente a cuyos lechos en locales de mala muerte los hombres hacían fila para tener sexo.

‘Tatiana’ estaba de rumba en uno de los locales del Bronx con su supuesta amiga, a la que describe simplemente como “bajita, bonita”.
“Hablamos, fumamos (basuco) esa noche”, dice ‘Tatiana’.

En su pantalón ajustado sin bolsillos no había espacio para el celular, por lo que terminó llevándolo en la mano, hasta que su amiga le ofreció cargarlo. Cuando se lo pidió, ella le confesó descaradamente que lo había vendido en 40 mil pesos para comprar más basuco.

La queja de ‘Tatiana’ a los ‘sayayines’ fue atendida con agilidad.

El ‘saya’ lo que hizo fue sacarla a golpes, le jaló el cabello y la metieron al ‘tanque’, que es donde les echan mucha agua fría y les pegan tablazos… casi se ahoga, casi se muere”,

dice ‘Tatiana’.

Luego del castigo, el ‘sayayín’ le dijo que no quería volver a verla.

La amiga reapareció días después y le dijo que quería reponerle el celular, para lo que acordaron una cita en unas residencias cerca del Bronx.

Taken
Taken / 20th Century Fox

Acepté verme con ella. Ese día ella me metió a la pieza en la que ella vivía, y cuando me iba a ir no me dejaba salir. Duré un mes encerrada en esa pieza”.

La pieza era pequeña y sin ventanas, tenía baño privado y un televisor.

No comía, me tocaba acostarme con hartos, demasiados hombres en un solo día”.

A pesar del encierro al que estaba sometida, ‘Tatiana’ escuchaba lo que su ‘amiga’ le decía a los clientes y vecinos. Que era su hermana y que la tenía que cuidar, que la tenía encerrada porque sufría de esquizofrenia, que más de una vez se había escapado y que la había tenido que buscar como loca. Incluso escuchaba cómo la negociaba, que si la plata estaba completa, que si faltaba algo.

Solo le abría la puerta para dejar al hombre adentro y volvía a cerrarla.

“La verdad, los hombres siempre fueron como bruscos”.
‘Tatiana’ no intentó decirles a los hombres que estaba encerrada contra su voluntad, pues con todo lo que les había dicho ella, seguramente, no le creerían. Tampoco intentó escaparse porque la tenía amenazada con matarla ahí mismo, con un cuchillo que cargaba. “¿Quién se va enterar?”, le decía.

Los períodos de alquiler de su cuerpo eran de media hora.

‘Tatiana’ se dio cuenta de que ella estaba ahí por venganza, pero que había otras niñas en su misma situación, “bobitas que se la pasaban buscando basuco”, a las que su ‘amiga’ explotaba de la misma forma. Era su negocio.

Durante su cautiverio, ‘Tatiana’ imploró, le rogó que la dejara salir.
Solo hasta el día 30 accedió, diciendo solo: “Ya tengo lo que quiero, ya se puede ir. No la quiero volver a ver en mi vida”.

‘Tatiana’ alcanzó a huir del Bronx antes de que las autoridades ingresaran, pero optó por regresar a su casa.

Está siendo desintoxicada, pero ningún tratamiento le va borrar las huellas que esos 30 días dejaron en su cabeza y su alma.

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