Es preferible un fiscal enamorado del proceso de paz, a uno enamorado del bolsillo de los grandes empresarios

“De Eduardo Montealegre se puede decir hasta mico, menos que estuvo al servicio de los más ricos”, advierte Paola Ochoa en su columna de El Tiempo, en comparación con el candidato a Fiscal General Néstor Humberto Martínez. Esta columnista dice que le “preocupan los lazos” de Martínez con el sector privado porque “siempre ha estado al servicio de los grandes millonarios. Ha sido el abogado de los banqueros, de los dueños de los ingenios azucareros, de los petroleros, carboneros, mineros, propietarios de medios, de las multimillonarias EPS y de las empresas de prensa, televisión y radio”. Para ella, es “abrumador su conflicto de intereses con todos los grandes conglomerados”, y relaciona una breve lista: ha trabajado para el Grupo Santo Domingo, el Grupo Ardila, el Grupo Sarmiento Angulo y la familia Gilinski, grandes multinacionales con intereses en suelo colombiano como Cerrejón, Chevron, Mapfre, Medoro Resources, Pacific Rubiales… Y ha estado involucrado en el escándalo de los baldíos, que pretendía legalizar la tenencia de la tierra a favor de los grandes terratenientes. “Su lista de impedimentos es tan descomunal que difícilmente podría hacer bien su trabajo como Fiscal”.

La respuesta vengativa o de linchamiento no soluciona nada; por el contrario, anima a más violencia

Eso plantea El Espectador, en su editorial, a propósito de la indignación que provocó el hecho de que quedara en libertad Fabián Vargas, el hombre que apuntó y disparó un arma de fogueo contra la Policía, durante las manifestaciones del Primero de Mayo, en Bogotá. “Está muy bien que nos indignemos con el vandalismo que termina golpeando la protesta pacífica”, agrega, pero se pregunta: “¿Por qué perdura esa esperanza en las cárceles, que están colapsadas, como solución a todo lo que sucede y nos incomoda?”. Para este medio, después de aclarar que “cualquier violencia […] es inaceptable y debe ser repudiada con vehemencia”, lo que ha ocurrido después de que Vargas se entregó a la Policía “también es una muestra de un país demasiado concentrado en la venganza”.

De poco servirá sancionar a los barrabravas, si los equipos los siguen alcahueteando

“Los directivos del fútbol colombiano poco han hecho para acabar con un problema que atenta contra su propio negocio”, asegura Paola Gómez en su columna de El País, de Cali, en donde les tacha que les den a los barrabravas pasajes, viáticos y recursos, “sin hacer un trabajo serio que garantice que sus patrocinados no sean los mismos que acaben con las calles de Lima”, en alusión a unos hinchas de Nacional en el Perú, que incluso se enfrentaron a bala con las autoridades de ese país. “Así que si de verdad le van a meter la mano a la violencia en el fútbol, tendrán que hacer mucho más que entregarles carnés a las barras bravas o tomarles foticos a los que se porten mal. Y para ello tenemos que trabajar todos: familia, educadores, gobierno, autoridades policiales y, ojo pues, los dueños del negocio”, añade.

La retirada de sus rivales deja al Partido Republicano a merced del populismo; todo por culpa de esa misma colectividad

Con el abandono de Ted Cruz y John Kasich deja libre el camino para que Donald Trump sea proclamado oficialmente candidato a la Casa Blanca y se abre un escenario real en el que un candidato populista, xenófobo, homófobo y machista encabezará una de las dos opciones para ocupar la presidencia de Estados Unidos, lamenta El País, de España, en su editorial. Y responsabiliza del ascenso de Trump al propio Partido Republicano: “Durante años, ha sentado las bases para el paseo triunfal de Trump: ha tolerado —y simpatizado con— la existencia en su seno de un movimiento populista radical como el Tea Party, que ha minado sistemáticamente la confianza en la clase política; ha sometido al Congreso a una parálisis por motivos puramente tácticos; y ha llevado al límite su hostilidad contra la Casa Blanca por el hecho de estar en manos del partido rival, permitiendo incluso bulos que ponían en duda la legitimidad de Barack Obama para ser presidente”.

Lo mejor para Nicolás Maduro es que entienda que el chavismo dejó de ser una alternativa de cambio

También, que afronte el quiebre político que vive el país y facilite los mecanismos constitucionales para su salida del poder, dice Brian Fincheltub en su columna de El Nacional, de Venezuela. “Obviamente hay muchos intereses que se lo impiden, propios y ajenos, la impunidad el principal. Pero dentro de los escenarios disponibles para él, ser recordado como el presidente que permitió la transición a la era post chavista sería el menos traumático”, dice. Y describe al presidente venezolano como “un hombre que heredó el poder pero que nunca fue líder, que quiso ser popular pero jamás gozó de la preferencia de nadie, que no entiende por qué le tocó ocupar la presidencia”.

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