Así lo plantea la revista Semana al hacer un recuento de muertes recientes de extranjeros asociados con esta actividad.

El primero citado es el israelí Shay Azran, que tenía una bodega en la calle 33, famoso sector de rumba de Medellín. Allí ofrecía a sus compatriotas rumbas interminables con drogas y prostitutas.

Su muerte, se especula, pudo estar relacionada con diferencias con socios locales o con alguna de las prostitutas que contrataba.

El otro citado es el danés Tomas Willmoes, que -se dice- alquilaba apartamentos a extranjeros para hacer lo mismo.

Semana cita también la oferta de mujeres por catálogo y drogas a extranjeros en las calles del parque Lleras y en la vía Provenza.

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