Aparte del talante de los nuevos periodistas, a los que, según Gómez, no les duele la pobreza ni el país, gran parte de la responsabilidad del “momento más negro del periodismo” que él recuerde es de las redes sociales.

“Las redes han pasado a alimentar el periodismo, y no al contrario, como debería ser”, le dijo Gómez a María Isabel Rueda en el diario capitalino, y agregó que las redes sociales exigen inmediatez y por eso excluyen la investigación de los hechos. “La realidad es que en casi todo el mundo la inmediatez está reemplazando a la verdad”.

“Hoy, cuando se deja de cubrir la realidad, la gente que necesita información la busca y hasta la publica en las redes sociales. Muchas noticias de fondo los periodistas las encuentran hoy a través de las redes. Y si la noticia pega en las redes sociales, sea o no verdad, es recogida por los periodistas y publicada rápidamente”, añadió.

Eso y la inmediatez, de acuerdo con Gómez, han alterado el foco de lo verdaderamente importante en materia noticiosa. ”No se está entregando información, sino entretenimiento”, lo que ha provocado un fenómeno que denomina ‘canibalismo noticioso’. “La última noticia es la que vale. Las informaciones anteriores fueron devoradas por la velocidad de las posteriores y por consiguiente hasta ahí llega su seguimiento”.

Y pone unos ejemplos elocuentes: “Si por la mañana hay un atentado terrorista donde hay 100 muertos y a mediodía James se lesiona, la lesión de James mata al atentado. Pero si más tarde Angelina Jolie consigue un nuevo novio, esa noticia, sin ninguna importancia, se come a todas las demás”.

Critica que, debido al periodismo que se hace por Twitter, los poderosos controlan hoy a la prensa. “Publicar el tuit de un poderoso no es periodismo, pues la prensa se vuelve una extensión de quien usa Twitter. Y así se maneja el país…”, advierte.

Reprocha, así mismo, que en los medios se haya impuesto una nueva fascinación por la violencia. “Las noticias nos despiertan con todas las pesadillas que ocurrieron mientras dormíamos: muertos y heridos de accidentes, palizas y cuchilladas. En esto hay que destacar que Yamid Amat, en CM&, no ha caído en esta trampa”, añade.

Esos razonamientos y la nostalgia por el ejercicio de la profesión cuando el mundo no conocía el fenómeno de las redes sociales (de hecho, lamenta que los temas a los cuales dedicó sus investigaciones estén peor que antes) hacen que Gómez llegue a una desoladora conclusión: “El periodismo, como la literatura, no sirve para nada”.

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