Para Bejarano, el anuncio que se ha hecho recientemente sobre la reducción de esos costos ante los tribunales eclesiásticos “nada resuelve ni tampoco mejora la vida de los colombianos del común”.

Responsabiliza en su columna a los efectos civiles que tienen los matrimonios católicos porque “han arruinado la convivencia y el futuro familiar de quienes nunca pudieron rehacer sus vidas”, ya que “no tuvieron el dinero suficiente para ventilar ante los tribunales eclesiásticos esa farsa de juicios de anulación de sus uniones deterioradas”.

Califica de “mentira” la anulación en Colombia de matrimonios católicos de influyentes hombres públicos que tuvieron hasta 40 años de vida conyugal. Esas causas se pudieron llevar, según Bejarano, “gracias a que tenían un obispo influyente y, claro, una poderosa chequera capaz de pagar los abogados y los peritos”. Y esto lo remarca pues asegura que solo quien tenga dinero “puede obtener la anulación de su matrimonio católico, porque en la viña del señor todo cuesta, nada es gratis”.

Y remata: “Que no vengan, pues, a decirnos que ahora todo será fácil en los tribunales eclesiásticos para quienes pretendan anular sus fracasadas uniones matrimoniales católicas, sólo porque redujeron unos costos que seguirán siendo elevados e inalcanzables para el grueso de los mortales”.

Las afirmaciones de Bejarano encuentran asidero en la realidad a la luz de la entrevista que concedió el abogado Jorge Ernesto Villa a El Tiempo, medio que lo presenta como “doctorado en Derecho Canónico y el único colombiano facultado para actuar ante el Tribunal de la Rota Romana (el tribunal de apelaciones del Papa), además del resto de cortes del Estado Vaticano”.

El hecho de que sea el único hace presumir la escasa oferta que tiene ese tipo de servicios frente a una abundante demanda, lo que, de acuerdo con las leyes del mercado, eleva sin duda los costos.

Ante la pregunta de ¿por qué persiste en la gente la idea de que tramitar la nulidad de un matrimonio católico es un imposible en términos de tiempo y costos?, Villa atribuye eso, en primera instancia, al “poco conocimiento que se tiene del derecho canónico”. Pero redondea su respuesta con una afirmación que apunta a darle la razón a Bejarano: “La gente todavía no sabe cómo acceder a los tribunales y siempre los ha visto como algo distante, difícil y costoso”.

Asegura que, precisamente, Francisco “ha impulsado importantes reformas para que esos prejuicios desaparezcan y para que los fieles se acerquen a la Iglesia o regresen a ella en caso de estar en una situación irregular, como sucede con las personas que después de romper la unión católica vuelven a casarse por lo civil”.

En concreto, según Villa, con la reforma impulsada por Francisco ya no es necesaria la doble sentencia conforme, “lo cual puede considerarse una revolución en la práctica del derecho canónico”.

“Por supuesto, queda en pie la posibilidad de interponer el recurso de apelación aún ante el Tribunal de la Rota Romana, pero, como dije, se eliminó el sistema de doble instancia, y de este modo se dio un paso enorme para acercar a los fieles a los mecanismos judiciales ofrecidos por la Iglesia. En términos de tiempo, esto significa acortar más o menos a la mitad los trámites”, agrega.

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