¿Los actuales cortes de luz en Bogotá y la Costa son casualidad o racionamiento solapado?

La pregunta se la hace Luis Carlos Vélez en su columna de El Espectador, a propósito de las molestias en algunos sectores de Bogotá, como Galerías y Cedritos, “en donde denuncian cortes que antes no tenían”, y las quejas por el incremento reciente en los llamados cortes programados de energía en barrios de Cartagena, Barranquilla, Turbaco, Maicao, Puerto Colombia y Riohacha, donde a veces la luz desaparece de 4 a.m. a 4 p.m. “Somos los usuarios los que tendremos que financiar y soportar la mala actuación de los que nos trajeron hasta acá. No sólo perdimos el dinero que se nos cobró para supuestamente preparar a las energéticas y enfrentar un escenario como este, sino que también tendremos que sacrificar el consumo de energía y, como si fuera poco, nos echarán la culpa si no ahorramos lo suficiente para evitar un apagón generalizado”, dice.

Ahora nosotros, que veníamos pagando para que esto no ocurriera, tenemos que salvar al Gobierno y ayudarle a ahorrar energía

Supuestamente Colombia, el país más rico de la región en recursos hídricos, está  ahora al borde de un apagón “por la desidia de quienes nos gobiernan y no por culpa del Niño o la Niña”, dice Juan Felipe Reyes en su columna de El Nuevo Siglo. “Es muy fácil echarle la culpa a la naturaleza. Rodó la cabeza de un ministro pero eso no ayuda a nada”, añade, y remarca: “En estos países como el nuestro, llenos de disculpas ante la desidia e irresponsabilidad de quienes nos gobiernan, siempre habrá la excusa perfecta para todo: el fenómeno del Niño o de la Niña”.

Uno de los problemas que tiene al país al borde del apagón radica en que el Gobierno no opera como un sistema interconectado

Más bien, es un sistema desconectado, asegura Juan Lozano en su columna de El Tiempo, en el que “las turbinas paralizadas y los problemas de potencia son pan de cada día”. Para este columnista, “al Gobierno se le vienen quemando [los cables] uno tras otro desde que comenzó este difícil 2016”. Y resalta la fotografía en la que Juan Manuel Santos se alumbraba en su despacho con una vela: “Le confirmó al país que el Presidente ya estaba en la triste penumbra palaciega, aislado, encarnando la vulnerabilidad y la precariedad de un gobierno en el que los niveles de aceptación han descendido aún más que el nivel de los embalses”. También asegura que “se advierten galopando otros apagones”, como el de la economía, “con inflación desbordada, dólar disparado, desempleo de regreso a dos dígitos y déficits en cifras históricas”; el del plebiscito; y el de la confianza de consumidores e inversionistas.

En Colombia ser un niño con padre y madre no solo es un privilegio, sino toda una rareza

Ahora solo falta que en los colegios empiecen a matonear a los niños con familias estables, “por exóticos”, exagera Paola Guevara en su columna de El País, de Cali, para llamar la atención sobre la problemática que enfrenta el país, en donde 8 de cada 10 niños que nacen no tienen padre, de acuerdo con datos del Mapa Mundial de la Familia. “Claro, necesitamos que se legisle para la protección plena de la mujer, pero mientras lo logramos, ¿cuándo vamos a creer preferible la paz de la soledad que el apego a una pareja disfuncional? ¿Cuándo dejaremos de creernos briznas azotadas por la furia de los vientos masculinos y tomaremos las riendas de la tarea indelegable de configurar una realidad distinta?”, se interroga.

Ver a los ministros y al Presidente trenzados en una batalla verbal con un grupo opositor es perturbador y desorientador

Eso, además de constituir una pérdida de tiempo y de energías, afirma Javier Darío Restrepo en su columna de El Heraldo. “Bien o mal, la oposición hace su trabajo de mantener los ojos abiertos y los oídos despiertos de los colombianos, sobre los que tienen en sus manos el bien público”, agrega el columnista. “Es deber del Gobierno respetar y hacer respetar las prioridades; y cualquiera entiende que este quehacer de la paz está por encima de las pequeñas discordias personales. Una cosa es que los grupos políticos equivoquen su valoración de los temas, y otra que el Gobierno olvide el interés supremo de los colombianos, para atender como primer asunto la bronca opositora”.

El venezolano estremecido por la brutal caída en su nivel de vida, escasez, inflación e inseguridad siente el presente como una amenaza

Ese ciudadano no ve perspectiva de mejora “ya que buena parte del tiempo está atareado en colas y no en ámbitos familiares o productivos estándares en cualquier estructura social ‘normal’”, sostiene Miguel Bahachille en su columna de El Universal, de Venezuela. También asevera que esa “penosa condición” les impide a los venezolanos “distinguir diferencias entre su contemporaneidad y ‘lo que viene’. Por su parte el Gobierno persiste, casi a diario, en mostrar cuadros de un futuro socialista (con lo mismo), que lejos de traer harmonía provocan más shocks. A mayor revolución, más angustia”.

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