La propuesta de resistencia civil de Álvaro Uribe es exagerada

Eso, porque en Colombia no parecen estar dadas las condiciones para dar lugar a una actitud popular de resistencia contra la opresión, explica José Gregorio Hernández en su columna de El Nuevo Siglo, recuerda que esa posibilidad “es la más extrema de las opciones, ante situaciones en las cuales los derechos y las libertades públicas son conculcados por un régimen despótico”. Este columnista no cree que la situación colombiana actual sea “siquiera cercana a la que plantearon en su momento Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino; los estadounidenses contra Inglaterra; los criollos americanos contra España; los revolucionarios franceses de 1789; la resistencia que hubo de organizarse en varios países contra el régimen nazi; los impulsores de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos; los argentinos contra Videla, o los chilenos contra el dictador Augusto Pinochet”. Asevera que una invocación a la resistencia debe estar “sólidamente fundamentada y justificada. De lo contrario, se parece más a un levantamiento contra el régimen jurídico; a una rebelión, o a una guerra contra la institucionalidad”.

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La nueva faceta del régimen de Nicolás Maduro se evidencia con el decreto que expidió sobre el estado de excepción indefinido, la extensión de la emergencia económica por un año más y el anunció maniobras militares para el próximo sábado, sostiene Marcos Peckel en su columna de El País, de Cali. “La dictadura en Venezuela se atornilla al poder amparada por unas fuerzas militares beneficiarias máximas de la corrupción, varios de cuyos comandantes amasaron enormes fortunas con Cadivi y ahora como reguladores del ‘bachaqueo’”. Pero va más allá y critica a la comunidad internacional: “La permisividad de la región con el régimen de Maduro, que en buena hora parece comenzar a resquebrajarse, es en parte responsable de lo que ocurre en Venezuela”.

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Es un hecho de extrema gravedad que se haya arrogado la facultad de invocar un estado de excepción indefinido que le permite poner en entredicho ciertas garantías constitucionales para ahogar cualquier opción democrática de la oposición y forzarla a protestar en la calle para reprimirla, advierte El Espectador en su editorial. Eso “profundiza el talante autoritario de un régimen que se cae a pedazos”. Los venezolanos viven así “un panorama demasiado sombrío” con un presidente “que ya de por sí concentra un excesivo poder, pues controla el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el CNE, las Fuerzas Armadas, la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo, ahora neutraliza a la Asamblea Nacional para hacer lo que le venga en gana”.

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Los periodistas les hacen preguntas personales, capciosas e irrespetuosas a las mujeres, pero nunca se las hacen a los hombres, asegura Sonia Gómez Gómez en una columna publicada por El Tiempo. “La radio y la televisión nacionales están plagadas de este mal, igual que de la llamada ‘pornografía social’”, agrega y hace una invitación: “Señores y señoras, la solución es muy fácil: apaguemos y vámonos. Nadie se tiene que ‘casar’ con un periodista o una periodista que trata de manipularnos”. Asegura que ella no se toma el trabajo de monitorear a más de un noticiero de radio o televisión. “Y que no lo diga yo: muchas personas, sin títulos ni pergaminos, simples escuchas desprevenidos, me han dicho: ‘No volví a gastarle tiempo a tal noticiero porque me aterra la forma farandulera e irrespetuosa como trata a la mujer’”.

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Conversan “de tú a tú con un gobierno contradictorio y oscilante, lo enredan y someten”, dice Alberto Velásquez Martínez en su columna de El Colombiano, y asegura que el grupo guerrillero se encontró con “una guaca –el Acuerdo Especial— la que nunca pudieron sacar de lo profundo de las selvas, sus viejos escenarios de combate”. Compara las dos delegaciones que adelantan las conversaciones y sostiene también que esa guerrilla ha demostrado “la habilidad de sus curtidos negociadores, situados muy por encima de la ingenuidad de su contraparte”.

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